La huella de ETA en Salamanca

En los más de 35 años de actividad terrorista de ETA, Salamanca no ha sido ajena al rastro de dolor, destrucción y barbarie que deja a su paso. Era un 2 de septiembre de 1992 cuando la banda sorprendió a la tranquila ciudad con su primer atentado, que le segó la vida al coronel Antonio Heredero. El militar iniciaba el ascenso en su vehículo por la rampa del garaje, situado en el número 38 del paseo de la Estación, cuando un explosivo, tipo péndulo, hizo saltar por los aires su coche.Tres años después el estruendo de un artefacto volvía a retumbar en las cabezas de los salmantinos. En esta ocasión en la puerta de cuadrillas de la plaza de toros de La Glorieta. El capitán Juan José Aliste se dirigía a su trabajo en el cuartel de Caballería Julián Sánchez 'El Charro', a las 8:23 horas, cuando una bomba-lapa colocada en su coche explotó. Tras mes y medio en el hospital y una operación en la que seis especialista no pudieron salvarle las piernas, recibió el alta para convertirse en la cara más visible de las víctimas de ETA en Salamanca.VíctimasA estas dos familias salmantinas se han sumado en estas tres décadas otras cuarenta, entre mutilados, viudas, huérfanos y padres que han perdido a sus hijos, han sufrido la violencia de ETA y que se encuentran afiliados a la Asociación de Víctimas del Terrorismo de Salamanca.Al menos trece terroristas han sido juzgados por sus atentados contra salmantinos, pero dos de ellos han sido absueltos por falta de pruebas. La mayoría de los atentados ha quedado impune y las víctimas de ETA han vivido durante largo tiempo sin reconocimiento. Sólo han sentido que la sociedad se interesaba por ellos cuando los muertos dejaron de ser guardias civiles y policías nacionales.TestigosAdemás de damnificada, la provincia también ha sido testigo de la escurridiza y potencialmente mortal actividad de los etarras. En noviembre de 2001 los salmantinos comprobaron sorprendidos cómo la banda había utilizado un piso de la capital para preparar cinco coches-bomba en Madrid. El frustrado atentando contra el entonces secretario de la Policía Científica, Juan Junquera, que acabó con la detención de dos integrantes del comando Madrid, permitió a la Policía descubrir y desmantelar el piso franco que la banda terrorista tenía en la salmantina plaza de Castrotorafe del barrio de Capuchinos.Pasadas las 14:00 horas del 6 de noviembre de 2001, agentes del Cuerpo Nacional de Policía iniciaron la operación en el segundo D del inmueble número 9 de la plaza de Castrotorafe. Los agentes tuvieron que forzar la puerta para acceder al piso vacío ya que, aunque avisaron al padre de la dueña del inmueble, los terroristas habían cambiado la cerradura.ComandoLos miembros del comando Madrid tenían alquilado el piso, aunque según algunos testimonios de los vecinos, por los ruidos que se oían, los etarras sólo lo solían utilizar a partir de las doce de la noche o la una de la madrugada y a primeras horas de la mañana.En enero de 2005, se identificó a Julia Moreno Mancuso, alias 'Bombi', como una de las ocupantes del inmueble del barrio de Capuchinos.Otro de los etarras que también pasó por el piso fue José Luis Rubenach, que huyó en taxi en dirección a Tordesillas tras el atentado frustrado contra Juan Junquera. El resto de los inquilinos fueron los terroristas Gorka Palacios, Aitor García y Ana Belén Egüeso.En 2008 se localizó en la avenida de Salamanca un coche abandonado con una tartera con el logotipo de ETA, dejado por el etarra Pedro María Olano, el mismo al que la banda ordenó en 2007 transportar explosivos desde Francia hasta La Alberca. Así se divulgó en el auto del juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande Marlaska, en el que no se detalla cuánto tiempo se depositó el material en la ciudad y si tenía relación con el coche hallado años atrás.