El Sporting no da opción, el Guijuelo dice adiós a la Copa (0-3)
El conjunto de Mario Sánchez, que firmó una muy seria primera mitad, cae con un gol en propia y tantos de Hassan y Marcos Fernández
CD Guijuelo
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Sporting de Gijón
«¡Juegas en casa. Sporting, juegas en casa!», es grito de guerra habitual de la mareona en cada uno de sus desplazamientos. Que no son pocos al cabo del año. Y, en Guijuelo, el tiempo le dio motivos para cantarlo con razones de peso, por mucho que el choque se jugara en, para ellos, el desconocido césped artificial.
La Sierra de Béjar había empujado como una hora antes de que se prendiera la mecha de la 120 edición de la Copa del Rey en el Municipal Luis Ramos una nube preñada de humedad que, superado el ecuador del primer tiempo, acabó siendo algo más que txirimiri, tan del territorio astur. Una pancartita de Enrique Castro se desplegó en el fondo orientado hacia Guijo de Ávila en señal de suelo conquistado. A los 9 minutos de partido la afición rojiblanca enarboló la bandera de la mayor de sus leyendas acompañado del nostálgico «ahora, Quini, ahora». A esas alturas de partido el Sporting ya había dado motivos de no sentirse para nada incómodo en el partido. Como si supiera todas las triquiñuelas propias del uso diario del terreno de juego, que le tenía preparadas el CD Guijuelo.
De hecho, el conjunto de Miguel Ángel Ramírez —del que me hablaba maravillas por la mañana el responsable de contenidos audiovisuales del Sporting, Manu Carriles— firmó, por si las moscas, una tarjeta de presentación muy del Madrid de la 'quinta del Buitre': la primera falta, suya, el primer córner, suyo también; y la primera llegada al área contraria, aunque le costó lo suyo, por lo bien tejida que estaba la tela de araña de Mario Sánchez —que pasaba del 4-3-3 del ataque, al 5-3-2 en tareas defensivas con una solvencia de chapó—, también suya. Pica apareció imperial en sus 21 añitos para desarmarle la acción personal a Djuka. Tan bien aplomado estaban los dos equipos (no se notó de verdad el salto de dos categorías entre las dos Segundas, la División y la RFEF) que hasta el minuto 28 no llegó la primera acción de peligro real, y fue, cómo no, del Sporting. A balón parada lo intentó Jeraldino, con buena reacción de Rabanillo. El meta de corazón rojiblanco se interpuso dos minutos después con mayor mérito a un remate a bocajarro de Djuka, en el que tuvo que ayudarse de las dos manos para repeler el remate.
El Guijuelo, como herido en el orgullo, respondió en una acción rabiosa de Alberto Bernardo por la banda derecha que obligó al central Diego Sánchez a emplearse a fondo para sacarle el remate de la bota a Toti. ¿Con acciones en las dos áreas tocaban arrebato? Nada más lejos de la realidad, en los 13 minutos que le quedaron a la primera mitad (más uno de regalo decretado por el colegiado) el choque volvió a envararse como al principio.
Sin la posibilidad del empate por ser serie eliminatoria a partido único, el choque quedó abocado a resolverse en la segunda mitad. Y así fue. Esta vez, contra un equipo de la LFP (como ya sucediera con el Rayo Vallecano hace dos temporadas o con el mismísimo Villarreal el pasado curso), no se tuvo que tirar ni de prórroga ni de penaltis para resolver el encuentro. Aunque ese punto de desgracia que persigue a los chacineros en los últimos años en esta competición también apareció en esta ocasión. Fue a los 58 minutos de partido, después de haber tenido en las botas de Coque la posibilidad de abrir el marcador. El caso es que Rosas ganó limpiamente la línea de fondo y se sacó un centro tenso al corazón del área, que no llegaron a leer bien ni Asiel ni Parga; y, en el tuya, mía el balón acabó en el fondo de la red. El globo se pinchó de manera irremediable en la grada; y a renglón se guido en el campo. Tanto que al Sporting se le abrió el cielo para poder, incluso, sentenciar su pase a la segunda ronda con un golazo de Hassan y otro obra del canterano Marcos Fernández. 0-3. Una pena. De verdad, que otra vez será.
