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El minuto de silencio que prologó el primer partido de Copa del Rey en 2.871 días en el Helmántico encogió el alma. Tan sentido como si este fuera un campo levantino. Aquella tragedia de junio de 1993 en este mismo escenario con inundación en el terreno de juego y un muerto en el párking por otra tremenda tromba de agua sigue pellizcando 31 años y medio después. Como para no.
Esos 60 segundos con paréntesis de apertura y cierre en los pitidos de Figueiredo Comesaña fueron los únicos en los que el estadio estuvo en mute; todo lo que había venido antes –desde que a las 18:15 se recibió al bus del equipo, síntoma ineludible de cita grande– y, sobre todo, lo que vino después, con el balón en juego, tuvo ese aura que solo son capaces de alcanzar estos choques del torneo del KO a partido único en casa del conjunto de inferior categoría. No hubo el llenazo de las dos finales del playoff (entre otras cosas porque no se esperaba) pero ni falta que hizo. El Helmántio empujó con la gente que había como si estuviera lleno hasta la bandera. Y el equipo respondió a lo grande. Desatado, desmelenado como no se ha visto en toda la temporada. Con unas ganas de demostrar la categoría que tiene una plantilla que ha arrancado la temporada al trantrán.
Las dudas que la AD Alcorcón se trajo al Helmántico de la Liga en Primera Federación se las recordó el Salamanca UDS en un verbo. Juancho tomó el balón de partida y lo primero que hizo fue lanzarse en tromba, pasándose el balón de pie a pie, a por la defensa del conjunto madrileño, que se quitó de encima al colombiano como buenamente pudo. La carta ya estaba puesta sobre la mesa; y la vía de agua por el carril izquierdo, también. Por ahí es por donde el conjunto de Chiapas fraguó un ataque detrás de otro. Sin que ninguno de ellos encontrara el premio del gol. A la gente le dio igual: la ovación fue de gala. Ensordecedora. A la altura de la mejor acción de todo el primer tiempo, que fue la que trenzaron Cristeto y Juancho a la media hora de partido. El centrocampista charro, incrustado entre los centrales sacó el balón de manera impecable: el envío de 30 metros le cayó en el mismo empeine al colombiano, que tan solo tuvo que orientarse el cuero hacia adelante para caracolear desde tres cuartos de campo hasta la frontal del área de Josele (que le firmó una gran parada en la recta final de este primer periodo a Emaná), donde le devolvió el regalo a Cristeto en forma de asistencia. Del zurdazo del '6' albinegro brotó tímidamente el «goool»; pero por desgracia para el conjunto albinegro, el balón había besado la red por fuera. Fue injusto, como que el marcador fuera 0-0 al descanso.
El derroche físico del primer tiempo fue tan grande, que la duda estaba en saber cómo iba a ser capaz de volver de vestuarios el conjunto de Chiapas. Juancho, una vez más, se encargó de despejar la equis con una acción marca de la casa que tampoco encontró portería. Pese a que el gol no se lograba, los albinegros no desesperaron e insistieron —aceptando por momentos que el dominio del balón estuviera por momentos en manos del Alcorcón— hasta que en el minuto 80 Caramelo cazó un balón muerto dentro del área y, sin pensárselo, se sacó un zurdazo, que no es su pierna buena, rematado con el corazón y de la nada superó por fin a Josele.
Los diez últimos minutos del conjunto de Chiapas fueron una exhibición de orden y de temple, que acabaron por redondear uno delos mejores partidos de los últimos tiempos del Salamanca UDS en su feudo. Pero antes de lograr un histórico pase de ronda, Eric Ruiz tuvo que emplearse a fondo con una gran intervención a mano cambiada para sostener el marcador.
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