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Tuvo que descender el Salamanca UDS hasta el pozo de la Tercera RFEF y quedarse sin ascenso a la primera para recuperar para la causa al extremo salmantino, que ha respondido con creces. Quien decidió que no valía para Segunda B tras el ascenso del 2018 se lució. Y quien no lo metía este curso en las quinielas de la titularidad también. Está desatado. Lleva cuatro goles en Liga y uno más en la Copa del Rey. Pichichi. Y crack.
En la revisión del partido, ya a cámara lenta, los entrenadores del Salamanca UDS tienen que detenerse de verdad en por qué su equipo no ha sido capaz de dejar todavía la portería a cero en el estadio Helmántico. 13 de los 17 goles que ha encajado en la Liga este curso han sido con el factor cancha de cara. En el choque de este domingo los dos remates entre los tres palos acabaron en gol de la SD Compostela.
La primera mitad que disputó ayer la pareja de centrocampista fue de otra categoría. Corrieron como condenados, recuperaron balones a diestro y siniestro y jugaron a sus anchas con el balón en los pies. Cada vez que uno de los dos cruzó el medio del campo con la cabeza levantada se generó un runrún especial en el estadio Helmántico. Cada partido que pasa se les ve más compenetrados. Y también disfrutar más. Es una delicia verlos combinar con esa fluidez y velocidad, que es digna de categoría superior. Los tiempos de Sergio Molina comienzan a no añorarse tanto...
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