Subidos al tractor de un manifestante: «Esto no se puede soportar»

Este agricultor vocacional tiene una explotación de cerdo ibérico de cebo y lleva una labor de más de 30 hectáreas de regadío, en ellas siembra entre otros productos patatas: «Yo llevo las patatas a domicilio a todo el que me las pide y cobro por ellas 60 céntimos de euro el kilo. Yo a ese precio tengo beneficios, así que imagínate cuánto ganarán las grandes superficies que las tienen a más de dos euros», relataba cabreado Triguero en una de las paradas realizadas para hacerse notar en la capital.

Uno de sus grandes quebraderos de cabeza es «el papeleo». Las obligaciones a las que se enfrenta no son sencillas: «A lo mejor yo puedo hacerlo, pero hay mucha gente mayor que no tiene las mismas posibilidades y para los que es imposible utilizar un smartphone o un ordenador. De eso no se dan cuenta y es algo gravísimo porque no estamos ya para aprender».

Triguero lo tiene claro: hay que seguir protestando, pero con calma. «Hay que tener cabeza, de nada sirve ser radical, tenemos que explicar y dar a conocer cuál es la situación. Yo el martes me encontré con una señora a la que parecía mal que colapsáramos la ciudad y le expliqué que esos productos que los ciudadanos comen son producidos por los agricultores. Un país debe producir aquello que consume, si nos asfixian tanto llegará un día en el que habrá que importarlo todo de Francia o de Marruecos o de Egipto y pagarlo al precio que nos pidan».