De jugar con la selección española a empacar

Podía haber elegido cualquier otra forma de pasar el verano, pero Alonso Manzanares ha preferido el trabajo en el campo en su Calvarrasa de Arriba. Después de un año en Madrid en las filas del Alcorcón, este portero de fútbol sala que jugó el preeuropeo con la selección española sub-19 en Holanda, disfruta ahora de la agricultura, su otra pasión. De pequeño cuenta que sólo jugaba con balones y tractores y su afición le llevó a estudiar el grado medio de electromecánica agrario y luego a tener claro que se tendría que ir de Salamanca para cursar el superior de Agricultura. En esas, le convocó la selección española «y me vino la oportunidad de la convocatoria». Sus padres no son agricultores, pero sus tíos, sí, y también vivían del campo sus abuelos.

Ahora disfruta del fútbol sala y en este tiempo libre que le deja el parón liguero, reconoce que también de ayudar a sus tíos con las labores del campo, en concreto de empacar y recoger paja. «Podría tener otro trabajo de verano con fines de semana libres, pero a mí me gusta esto», dice. Y cuenta Alonso que no le importa madrugar o no salir de fiesta con los amigos si se ha comprometido con sus tíos para ir al día siguiente, como le pasó este fin de semana. Y que lo que más valora es la tranquilidad que le da. «Cuando estoy en el campo estoy solo y eso me da tranquilidad. Estoy bien», reconoce.

Se suele levantar a las 5 de la mañana, «aunque depende de si hay marea o no. La paja necesita un porcentaje de humedad y el ganadero paga por la paja, así que hay que entregarla bien. Empacamos hasta que hace calor, porque entonces los paquetes no salen como deberían, y sobre las 12 paramos de empacar. Luego soplamos la maquinaria, la revisamos y por la tarde suelo ir a recoger paja», explica Alonso.

En relación a la cantidad de paja que sale este año, Alonso asegura que depende mucho de las tierras. «Si se ha preparado bien, se ha pasado el rodillo y no hay mucha piedra, la cosechadora puede darle lo más bajo posible y sale más», explica, y también advierte que la cebada engaña porque se ve una montaña de paja pero al empacarla «es muy blanda y se comprime. Es farolera». Igual que hay tierras con abundancia, en otras «tiene un dedo» de paja «y ahí romper la máquina es más fácil: no podemos arriesgarnos a empacar en una tierra que no tenga nada». También ha empacado paja de guisantes «y les gusta a las vacas pero al ganadero le gusta más la de trigo».

A Alonso le encanta la maquinaria agraria y, por ejemplo, las cajas de cambio con marchas infinitas «que hacen que el tractor se regule para la labor que haces». También el GPS_con el autoguiado, «para que vaya solo. Que tengan un margen de error los mejores de solo 1 centímetro es increíble», dice.

Alonso no sabe lo que le deparará el futuro en el fútbol sala, pero en el campo ve claro que los agricultores pequeños han desaparecido, los medianos «estamos sobreviviendo» y cree que de lo que más se necesitará en un futuro serán empresas de servicios. No descarta tener la suya también por el envejecimiento del sector. Reconoce que él tiene la suerte de tener base de agricultura porque tiene claro que para un joven es muy difícil empezar de cero. «Necesitas 100 hectáreas de secano y a lo mejor con 40 de regadío te puedes arreglar. Si compras una hectárea muy buena en mi zona son 5.500/6.000 euros, 4.500 si es algo peor: necesitas 450.000 euros solo para tierras. Un tractor nuevo de 150 caballos son 150.000 euros, de segunda, 40.000-60.000, pero hay que tener aperos y luego mantenerlos. La ayuda a la incorporación son entre 30.000 y 60.000, así que...»

Alonso les agradece el apoyo a sus amigos, que saben que tiene muy poco tiempo y que aún así están pendientes de él. Y también a sus compañeros de fútbol sala. «Entienden lo que hago porque son conscientes de dónde viene la comida», explica.

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