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Martes, 4 de febrero 2020
José Antonio Alonso, agricultor y ganadero de Encinas de Arriba, fue uno de los que se manifestó en la tractorada de Salamanca del pasado jueves por precios justos. Tiene patatas y no entiende, por ejemplo, como a aquel que las guardó y ahora las vende le pagan unos 0,20 euros por cada kilo, mientras que en la tienda el consumidor debe comprarlas próximas al euro. Cada campaña sufre la diferencia de precios porque cultiva 70 de las 350 hectáreas de regadío con las que cuenta el término municipal de Encinas de Arriba.
También está dolido por la criminalización de agricultores y ganaderos en temas como el cambio climático o el bienestar animal porque entiende que las críticas son injustas.
En su caso, levantó una explotación ganadera de porcino hace tres años y dejó a cada cerdo el doble de espacio que marcaba la normativa. Además, cada semana cambia las camas de paja para que los cerdos duerman en superficie limpia. A su bienestar también contribuye un sistema de apertura de ventanas que viene regulada por el calor interno que generan los 2.000 animales. Si supera la temperatura fijada -habitualmente de 20 grados centígrados- las ventanas se abren automáticamente y si es al contrario, se cierran. Además la explotación dispone de un patio exterior para que los cerdos entren y salgan con libertad y vivan prácticamente en el campo.
“¿Por qué lo hice? Pues porque me hace feliz, por satisfacción propia: me gusta que el ganado esté bien. A lo mejor es menos rentable que otras, pero yo quería que fuera así”. Con su experiencia ha comprobado que con esta explotación el número de bajas son menos, a lo que contribuye también la genética de animales que tiene.
Eso sí, su explotación es de integración -el ganadero aporta las instalaciones y la mano de obra y cerdo y piensos los pone la empresa- como muchas de las que hay en Salamanca. “Con unas instalaciones así, con el desembolso que hice para la construcción de las naves, porque hace falta mucho dinero, necesitaba asegurar una renta para amortizar e ir tirando”.
En una explotación de estas características calcula que sólo en pienso el ganadero puede pagar al día en torno a 1.800 euros -él tiene 2.000 ejemplares que consumen una media de 3 kilos de pienso diario (unos 0,30 euros el kilo)-. A lo que tendría que añadir otros gastos, como el de veterinarios, o, si no tiene madres, la compra de lechones.
Ahora mismo él reconoce que si gana dinero es “a base de echar horas y estar encima del trabajo. El campo es solo rentable a base de sacrificio”, apunta. En su caso sólo sería posible llevar su explotación con ayuda, de ahí que tenga un trabajador que cobra, apunta, por encima del salario mínimo.
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