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Teresa Ribera se somete hoy al examen de los eurodiputados miembros de diversas comisiones del Parlamento Europeo. ¿Pasará, o no, la prueba? Todo se ha complicado a última hora debido a su «pasotismo» en lo que respecta a la gota fría de Valencia: la AEMET, por un lado, y la Confederación Hidrográfica del Júcar, por otro, dependen del Ministerio para la Transición Ecológica. Mientras sucedía esta catástrofe, Ribera ha estado desaparecida preparando el examen en cuestión. Pero eso viene de lejos, porque casi desde la vuelta del verano, su actividad normal como responsable de esta cartera y como vicepresidenta del Gobierno de España se ha reducido para concentrarse en este examen y empaparse de todo lo relativo a la política de competencia de la UE, que pasaría a ser su tarea principal, si finalmente asume el cargo de comisaria.
Según anuncian desde el Partido Popular Europeo (PPE) se lo van a poner difícil por su responsabilidad política en los momentos anteriores y posteriores a la DANA en Valencia, por su posición cambiante sobre la energía nuclear y por las posibles incompatibilidades de su marido en organismos públicos españoles relacionados con la energía. En el fondo del asunto hay que tener en cuenta otro hecho: el marido de Begoña y ella misma se han empeñado en que continuase como ministra hasta el examen; ha seguido cobrando como ministra y vicepresidenta del Gobierno, pero no ha trabajado como tal.
Si finalmente pasa la prueba, Ribera se irá a Bruselas y Pedro Sánchez tendrá que nombrar sustituto/a. Si no aprueba el examen, el Gobierno español tendría que nombrar otro candidato/a y Luis Planas suspira por este puesto para cerrar así su dilatada carrera política. Por cierto, este último también ha estado desaparecido en lo de la gota fría: en dos semanas no ha aparecido por allí y tampoco ha sido capaz de llamar a los dirigentes de las organizaciones agrarias valencianas para interesarse por lo que ha sucedido, a pesar de los importantes daños que se han registrado.
Otro nombre propio que ha protagonizado los últimos días, y más que lo hará en el futuro, es el de Donald Trump. Su victoria, en este caso incontestable, hará que vuelva a la Casa Blanca. Una de sus palabras favoritas es «aranceles». ¿Puede resultar afectada la economía agraria de la provincia de Salamanca por la vuelta de Trump? Pues lo más probable es que sí, aunque habrá que esperar un tiempo para comprobarlo. La posible subida de aranceles es lo que se verá, pero lo realmente peligroso es la justificación que dará, como ya hizo en el pasado, cuando aumentó los correspondientes a algunas aceitunas negras españolas: las ayudas públicas que recibían en el marco de la PAC distorsionaban el comercio. Si extiende este argumento a todos los productos de la UE que reciben ayudas de la PAC, está poniendo en cuestión, desde su óptica, la propia PAC. Con Trump puede pasar de todo.
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