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Directo y al grano: estos son, en mi opinión los tres pivotes de la nueva PAC sobre la que ya se está comenzando a trabajar, a la espera del nuevo comisario de Agricultura. El primero es hacer más competitivo al sector agrario de la UE y lograr que sirva para garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria, en línea con las conclusiones del proceso de Diálogo Estratégico y con los objetivos expresados en el documento que ha presentado recientemente Mario Draghi, en el que, dicho sea de paso, no se habla mucho de agricultura, ganadería y alimentación.
Y, cuando hablo de seguridad y soberanía alimentaria, incluyo no solo a los alimentos para las personas, sino que me refiero también a la alimentación de la cabaña ganadera, que luego proporciona carne, huevos o leche, por poner algunos ejemplos.
El segundo pivote debería ser dotar a la PAC de los instrumentos necesarios para conseguir el objetivo citado anteriormente. De entrada, habrá que negociar una dotación presupuestaria suficiente; las cifras globales se deberían negociar en el próximo Marco Financiero de la UE para el periodo 2028-34 y su distribución es lo que habría que pactar en la próxima reforma de la PAC. De ahí saldrá el reparto entre Estados miembros y para los diversos sectores.
Evidentemente la nueva PAC no puede contemplarse de forma aislada, sino que también habrá que tener en cuenta las otras políticas que inciden sobre la misma.
Además de la presupuestaria, toca prestar atención a la de carácter medioambiental, por todos los condicionantes que trae consigo para la actividad agraria, y a la política comercial de la UE debido a las importaciones procedentes de terceros países. Y eso sin ánimo de ser exhaustivo.
Finalmente, el tercer pivote debería ser la gestión de riesgos entendidos en sentido amplio. No me refiero solo a los riesgos derivados de la climatología, que cada día que pasa son más numerosos y graves; para demostrarlo ahí están la sequía, las inundaciones o las heladas, que se han vuelto más frecuentes y de las que hay abundantes ejemplos en las últimas semanas. Me refiero también a los riesgos de carácter económico provocados por acontecimientos como la pandemia o los conflictos de carácter bélico.
En las últimas reformas de la PAC no se ha prestado atención a esto de la gestión de los riesgos, entre ellos las crisis de precios y de mercados, por lo que no hay instrumentos a los que recurrir que sean agiles y, por lo tanto, efectivos.
Tan solo queda la llamada reserva de crisis, que es un cajón de sastre en la que cabe de todo, pero que tiene un tope y además es muy lenta de ejecutar. Son tan solo algunas ideas para comenzar la reflexión.
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