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Feliciano Alonso, en su parcela.
La aventura de plantar lavanda

La aventura de plantar lavanda

En Salamanca hay 5,8 hectáreas de este cultivo espectacular. Feliciano Alonso, profesor jubilado y apasionado del campo, es el que apuesta por él en Paradinas de San Juan

Susana Magdaleno

Salamanca

Viernes, 26 de julio 2024, 17:39

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En Salamanca quien apostó por el lavandín -un híbrido entre la lavanda y el espliego- fue Jesús Aparicio, un joven agricultor que optó por plantarlo en 2019 a escasos kilómetros de la capital salmantina. Después de verlo, fue Feliciano Alonso, profesor jubilado, apasionado del campo e hijo de agricultores, quien decidió llevar la lavanda, casi 6 hectáreas, a Paradinas de San Juan. Él es de Rinconada de la Sierra y allí tiene huerta, frutales y colmenas y decidió probar con otro tipo de cultivo que fuera alternativa del cereal, que no ve rentable. Esta campaña, 5 años después de la plantación de lavandín, en toda la provincia de Salamanca constan en los registros de la Junta de Castilla y León 4,3 hectáreas de lavandín y 5,8 de lavanda.

Feliciano reconoce que se ilusionó con el cultivo, que además ha comprobado que se adapta muy bien al clima de Salamanca por las horas de frío, aunque quizás, apunta, le puedan faltar más precipitaciones.

El problema ha estado en que este año ha caído el precio de venta de la esencia por la entrada de producto procedente de Rumania y Bulgaria. La lavanda se puede vender como flor seca y también como esencia, previo paso por la destilería. Y este segunda es la opción que eligió Feliciano ya la pasada campaña.

La lavanda es un cultivo con un coste alto en el momento de la plantación, aunque luego en secano permanece entre 14 y 15 años. Feliciano recuerda que él compró 60.000 plantas para las casi 6 hectáreas de terreno y que por cada una pagó 18 céntimos, a los que unió en la factura el trabajo de plantarlas, con las labores previas de la tierra o productos para evitar la aparición de malas hierbas. Ahora, y a la espera de precio, tiene guardada parte de la cosecha del año anterior y, pese a eso, tiene previsto cosechar este año. «Nos hemos planteado no segarla -explica- pero si lo hacemos también tiene más fortaleza el próximo año». Asume que es posible que el coste de la siega sea superior al valor de la producción obtenida.

Lo que ha visto de muy positivo de este cultivo es que no requiere grandes labores, empezando por sus años de permanencia, ni tampoco por ello inversión cada año en semilla. Es en el quinto o sexto año cuando alcanza su máxima producción.

La lavanda empieza a florecer a finales de junio y en un mes, aproximadamente, se cosecha en plena floración. En ese periodo de tiempo, desde que comienza la floración, es espectacular su vista y Feliciano Alonso destaca lo gratificante que es contemplar el cultivo. «Es novedoso, aunque las expectativas económicas no se hayan cumplido», explica Feliciano Alonso.

En nada tiene previsto iniciar la cosecha, destilar en Valladolid. Por lo que conoce, es posible llegar a producir hasta 100 litros por hectárea, aunque él reconoce que con 50 ahora se conformaba. El destino de la lavanda es perfumería y principalmente el mercado nacional.

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