El truco con el bizcocho que dejó sin palabras a Arguiñano en pleno directo: «Nunca había visto algo así»

El chef vasco Karlos Arguiñano, célebre por su carisma y trayectoria entre fogones, vivió una escena inesperada en su programa 'Cocina abierta' cuando su hermana Eva lo dejó boquiabierto con un sorprendente truco casero que transformó por completo una receta tradicional: el bizcocho de limón.

Lo que en principio parecía una receta básica para acompañar una merienda o el café de después de comer, terminó convirtiéndose en una auténtica demostración de ingenio culinario. La reacción de Karlos lo dijo todo: «Es la primera vez que veo esto en mi dilatada carrera».

La elaboración se dividía en dos partes: por un lado, una crema estilo pudin elaborada con un huevo, 50 gramos de azúcar, 30 gramos de harina de maíz refinada, un limón y 300 mililitros de leche. Por otro, la clásica masa de bizcocho, preparada con dos huevos, 100 gramos de azúcar, una cucharada de esencia de vainilla, 120 mililitros de aceite de girasol, la misma cantidad de leche, 220 gramos de harina y 15 gramos de levadura química.

Hasta ese momento, todo transcurría con normalidad. Sin embargo, la sorpresa llegó en el horneado. Eva vertió solo la mitad de la masa en el molde y la cocinó durante 15 minutos a 200 grados. Después, añadió la crema de limón sobre esa primera base ya cocida. «Esto no lo hemos hecho nunca y es divertido», comentó sonriendo.

El truco final vino al cubrir la crema con el resto de la masa del bizcocho, como si de una capa superior se tratase, y devolver el molde al horno durante 20 minutos más a la misma temperatura. El resultado fue un bizcocho tierno y esponjoso, con una sorprendente capa cremosa en el centro, que cautivó incluso al veterano chef. «Esto es un éxito asegurado», concluyó, aún impresionado.

La secuencia no tardó en viralizarse en redes sociales, donde numerosos seguidores ya se han animado a reproducir la receta. Un toque original y sencillo que demuestra, una vez más, que la cocina casera todavía puede guardarse ases bajo la manga.