Fáciles y caseros: los dos trucos de la abuela para que las croquetas tengan un sabor único

Las croquetas son uno de los platos que se encuentran en el top de la gastronomía nacional y además de manera indiscutible. Todos estamos de acuerdo en que incluso aunque un tipo de relleno no te convenza, existe una amplia variedad de sabores como para cubrir cualquier tipo de paladar.

Son un clásico atemporal en todo tipo de bares, restaurantes o tabernas. Las tapas de croquetas pueden ser de carne, de pescado, de verduras, rellenas de queso, de setas y prácticamente de cualquier alimento que combine con su textura cremosa y suave, todo tiene unos límites también hay que decirlo.

Sin embargo, si estás pensando en preparar este plato clásico por tu cuenta, aquí te dejamos un truco que potenciará el sabor de las croquetas y que no requiere un gran trabajo extra. Cuando elabores la bechamel, añade caldo casero de jamón o de cocido en vez de solo añadir leche, de esta sencilla manera la mezcla ganará en sabor y un toque característico que hará destacar tu esfuerzo culinario.

Este no es el único truco, ya que durante el rebozado, también se recomienda utilizar una mezcla de pan rallado, perejil y un poco de ajo antes de freír. De esta manera conseguirás ese toque único y tradicional de las croquetas caseras que no se encuentran en bares o restaurantes comunes.

La forma de elaborar este plato no es nueva, todo lo contrario, es una manera tradicional de aprovechar el caldo del cocido, otro plato archiconocido de nuestra gastronomía, y combinar ambos para conseguir un sabor excelente.

Quizás quieras poner en práctica estos consejos, así que te dejamos también una receta tradicional para que consigas unas croquetas espectaculares. Necesitarás los siguientes ingredientes:

- 150 gramos de jamón serrano

- 1 cebolla grande

- 100 gramos de mantequilla

- 100 gramos de harina

- 500 ml de leche entera

- 200 ml de caldo casero de jamón (puede ser del hueso de jamón de un cocido)

- Sal

- Pimienta

- Nuez

- Moscada

- 2 huevos

- Pan rallado (ya sabes, con una mezcla de perejil y un poco de ajo)

- Por supuesto aceite para freír.

Para empezar, pica la cebolla y fríela a fuego lento, añade algo de mantequilla hasta que se caramelice, hasta que adquiera un color dorado y un olor dulce. Es muy importante que este paso salga bien, ya que el sabor que añade la cebolla caramelizada es fundamental para unas croquetas bien sabrosas. Después, añade el jamón serrano cortado en finas tiras o en pequeños cubos, y déjalo unos minutos más en el fuego para que se cocine y suelte el sabor tan característico.

En otra cazuela a parte, añade mantequilla y deja que se derrita a fuego medio, añade harina y remueve de manera constante hasta que adquiera un color dorado. Una vez lo consigas, vierte un poco de leche alternando con el caldo de jamón, no te olvides de remover mientras tanto para evitar que se formen grumos. Deja que la mezcla se cocine hasta obtener una bechamel cremosa, añade la cebolla, el jamón y sazona con sal, pimienta y una pizca de nuez tostada. Ahora solo queda seguir removiendo para que todos los ingredientes se integren bien en la mezcla.

Una vez tengas la mezcla, déjala enfriar en la nevera por unas horas, incluso durante la noche, para que tome consistencia. Con la masa resultante ya puedes formar pequeñas porciones redondeadas, pásalas por huevo batido y reboza bien en la mezcla del pan rallado con ajo y perejil. Finalmente solo queda freír en una sartén amplia y con abundante aceite, una vez estén doradas y crujientes ve retirando las croquetas y deja que sequen en un plato con papel de cocina absorbente, así eliminarás el exceso de grasa y mantendrás el sabor de los ingredientes originales.

Y listo, esperamos que disfrutes de tus croquetas caseras, seguro que siguiendo estos consejos tendrán un toque excepcional.

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