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Domingo, 11 de mayo 2025, 12:16
En el norte de Portugal, donde la historia medieval se funde con paisajes agrestes y la adrenalina de los motores, se esconde una de las viviendas más insólitas de Europa. La Casa do Penedo, también conocida como 'la casa de los Picapiedra portuguesa', parece un decorado salido de una fantasía animada, pero es completamente real. Construida en 1974 entre cuatro enormes rocas de granito, esta vivienda singular se ha convertido en un símbolo de la arquitectura insólita europea.
Se encuentra en las afueras de Fafe, una localidad portuguesa de unos 15.000 habitantes, ubicada en el distrito de Braga y a poco más de tres horas por carretera desde Salamanca. Fafe, además de ser un lugar pintoresco atravesado por el río Vizela, es conocida por ser el escenario de una de las etapas más míticas del Campeonato Mundial de Rally (WRC), lo que atrae cada año a miles de aficionados del automovilismo.
Según refleja National Geographic, este rincón del norte luso, situado a menos de 15 kilómetros de Guimarães —ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y cuna del primer rey de Portugal, Afonso Henriques— ofrece un curioso contraste: casonas señoriales construidas con el dinero traído de la emigración brasileña del siglo XIX, naturaleza brava, modernidad energética con su parque eólico… y, en medio de todo, esta casa sin electricidad pero con piscina, que parece suspendida entre dos mundos.
La Casa do Penedo es una construcción de dos plantas, rústica y rudimentaria, donde tres diminutos dormitorios y un baño se acomodan como pueden dentro del espacio entre las piedras. No tiene conexión eléctrica, pero eso no impide que fascine. De hecho, su desconexión y entorno salvaje la convierten en un lugar casi místico para quienes buscan experiencias fuera de lo común.
Aunque su apariencia recuerda a la Edad de Piedra, el fenómeno turístico que la rodea es completamente contemporáneo. La casa es un imán para curiosos, fotógrafos, aventureros y fans de lo inusual. Visitándola, uno tiene la sensación de haber traspasado una dimensión donde la fantasía cobra forma sólida.
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