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El presentador de televisión Carlos Sobera. @CARLOSSOBERA

El recóndito pueblo de Castilla y León que conquistó a Carlos Sobera: «Había boñigas de vaca y olía a cabra»

El popular presentador vasco tiene un vínculo especial con una aldea burgalesa casi deshabitada, donde pasó los veranos de su infancia y sueña con retirarse como agricultor cuando se aleje de los focos

Carla Díaz de Rada

Lunes, 26 de mayo 2025, 11:59

Carlos Sobera, una de las caras más conocidas de la televisión española, lleva décadas enlazando proyectos exitosos en distintos canales y formatos. Desde concursos como Atrapa un millón hasta realities como Supervivientes y programas de citas como First Dates, su carrera ha sido imparable. Sin embargo, detrás de esa imagen pública construida entre focos y platós, se esconde un hombre profundamente vinculado a la vida rural. Un hombre que, cuando imagina su futuro, no lo hace en una ciudad ni en un estudio de televisión, sino en un pueblo diminuto del norte de Burgos: Cubillos de Losa.

Este municipio, perteneciente a la comarca de Las Merindades, es tan pequeño que en la actualidad apenas cuenta con 22 habitantes censados. Ubicado en el término municipal de Junta de Traslaloma, se trata de un enclave discreto, rodeado de montes, praderas y silencio. Allí, en los años setenta, Carlos Sobera pasaba sus veranos acompañado de su familia. Aunque nació en Barakaldo (Vizcaya), su madre reside desde hace años en Medina de Pomar, a pocos kilómetros de Cubillos. Fue en esa tierra burgalesa donde el joven Sobera vivió experiencias que han marcado su vida hasta hoy.

«Llegábamos a finales de junio», recordaba el año pasado durante su participación como pregonero en las fiestas de Medina. «Íbamos en autobús hasta Quintanilla de Pienza y de ahí hacíamos los cuatro kilómetros andando con mi padre cargado con las cajas. ¡Eso sí que era la España de la posguerra!». Aquella imagen, tan alejada de la infancia urbana actual, está llena de recuerdos para el presentador. «Había boñigas de vaca por todas partes, el aire olía a cabra y oveja, y el agua había que ir a buscarla a la fuente», relató entre risas y nostalgia.

Lejos de ver en ello una carencia, Sobera guarda ese estilo de vida con afecto. Aquellos veranos en Cubillos de Losa le enseñaron la sencillez, el esfuerzo compartido en familia y el contacto con la naturaleza. Y quizá por eso mismo, cuanto más avanza su carrera mediática, más clara tiene su idea de futuro: volver a ese lugar donde todo era básico, pero suficiente. «Siempre digo que cuando tenga 75 u 80 años quiero tener una casita de campo, cultivar unas cosas, tener un par de vacas y montarme en un carro con bueyes para dar un paseo», confesó. Una declaración que revela que su retiro soñado no está en una gran ciudad ni en una playa paradisíaca, sino entre encinas y senderos de tierra.

La vida en Cubillos de Losa hoy transcurre de forma tranquila, sin apenas ruido ni tránsito. Las casas de piedra, el paisaje natural y la cercanía entre vecinos conforman un modo de vida que parece detenido en el tiempo. Precisamente por eso, es comprensible que quien creció allí durante los veranos más despreocupados de su infancia, quiera volver cuando llegue el momento de bajar el telón. Carlos Sobera lo tiene claro: cuando termine su etapa televisiva, regresará a ese pueblo olvidado por el mapa pero imborrable en su memoria.

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