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Conrado Abad, con unos aficionados en el Carnaval de Ciudad Rodrigo antes de una capea. ARCHIVO
Muere Conrado, el eterno maletilla

Muere Conrado, el eterno maletilla

El pasado 28 de octubre cumplió 98 años, la semana pasada fue ingresado de urgencia «muy grave» en el Hospital de Salamanca por una infección respiratoria, se recuperó, fue dado de alta el viernes y este mediodía ha fallecido en la residencia mixta de Ciudad Rodrigo

Javier Lorenzo

Salamanca

Sábado, 9 de noviembre 2024, 17:21

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Conrado Abad ha muerto. El popular maletilla. El eterno símbolo de las capeas. El torero humilde que encontró en la tauromaquia de los pueblos, en las capeas y al amparo del toro bravo su filosofía y la ilusión de su vida. El pasado viernes, cuatro días después de cumplir 98 años (28 de octubre), tuvo que ser ingresado de urgencia en el hospital Universitario de Salamanca en estado «muy grave» a causa de una infección respiratoria, derivada del coronavirus que había sufrido unos días antes, que supuso una mayor gravedad dada su delicada salud y avanzada edad. Pasó unos momentos muy delicados pero, para sorpresa de todos, en los últimos días experimento una franca mejoría, por lo que este viernes fue dado de alta del centro hospitalario de la capital charra para volver de nuevo a la residencia mixta de Ciudad Rodrigo, donde vivía desde los últimos cuatro años. Allí internó en plena pandemia, después de sufrir su último grave percance, una rotura de cadera tras una inoportuna caída que le obligó a entrar en este centro asistencial. Aquella ocasión, en 2020, y por aquel motivo, fue la última vez que Conrado había estado ingresado en el hospital.

Antes de este último ingreso, y de la rotura de la cadera (2000), en el mes de agosto se cumplieron 16 años del último percance que sufrió Conrado delante de un toro, en agosto de 2008, en las fiestas de Torrejoncillo (Cáceres), cuando tenía 82 años de edad. Aquello supuso su retirada definitiva de las capeas, donde ha sido el maletilla más ilustre, popular y conocido. La eterna figura de esta fiesta. La última vez que toreó en público, ya no un toro sino una becerra, fue en 2011, en un homenaje que se le tributó en Ciudad Rodrigo. Precisamente, en Miróbriga recibió otro homenaje el 17 de julio de 2021 a modo de festival taurino. Aquel día hizo su último paseíllo, ya apoyado en un andador.

Conrado fue un hombre romántico, humilde, bohemio, que huyó de los lujos y el confor, de la comodidad. Con una filosofía muy particular de la vida. Reflexivo, paciente siempre. Un gran filósofo, capaz de cuestionarse y cuestionarlo todo. No entendía ni quería las modernidades. Y le bastaba poco o nada para ser feliz. Con una calma templada que no podía alterar nada ni nadie. No encontró la gloria en el toreo pero el toreo le dio la vida y hasta con más de ochenta años siguió poniéndose delante de los más terroríficos toros de las capeas de los pueblos en fiestas. Su mayor tesoro fue una muleta que le regaló un día Santiago Martín 'El Viti'. Tardó más de media vida en aprender a saber dormir en una cama. Ciudad Rodrigo y el Carnaval del Toro, fue su gran feria. La gran cita de su temporada. También los sanjuanes de Coria, Torrejoncillo, los pueblos del norte de Extremadura; y todos los de la raya de Portugal, donde también fue muy querido. Era habitual verlo por las carreteras haciendo dedo en busca del toro, con su atillo al hombro portando su muleta los paquetes de tabaco y café que compraba al otro lado de la frontera.

En su última estancia en la residencia, sin poder torear, y con la rutina diaria, empujando cada día el andador en el que se sujetaba caminando lento y pausado en paseos interminables de mañana, tarde y noche, dijo haber perdido ya la ilusión en la vida. En cierto modo había perdido la libertad y la anarquía que siempre había sido la bandera en su vida. Nunca había sabido estar sujeto a unos horarios. Tenía la mirada triste, pero se aferró a la vida hasta el último suspiro. Y, aún así, su ilusión seguía siendo la del toro y la tauromaquia. Estaba al tanto de todo lo que sucedía en la actualidad taurina, y no faltaba el día en el que no preguntara por sus toreros más queridos y lo que pasaba en las plazas de toros. César Jiménez, al que acogió en las capeas cuando era un niño, Juan del Álamo al que llevó por el mismo camino, Diosleguarde que fue otra de sus últimas debilidades... Este 9 de noviembre, ha fallecido a las tres y media de la tarde uno de los últimos románticos del toreo.

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