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Cambio de mano de Morante ante Derivo, el toro de El Freixo al que desorejó. EMILIO MÉNDEZ

Morante, una auténtica locura

Firma una tarde primorosa: cuaja a placer a un toro excelso y pincha una obra meritísima con un geniudo cuarto al que plantó cara con gallardía y arte encogiendo el alma a los aficionados que pusieron él «no hay billetes». Buena corrida de El Freixo, salvo el lote de Ortega. Decepcionante triunfo de Talavante

Javier Lorenzo

El Puerto de Santa María

Domingo, 3 de agosto 2025, 23:13

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LA FICHA

  • El Puerto de Santa María. Domingo, 3 de agosto. Lleno de «no hay billetes» en tarde soleada y de tremendo calor. 35º de temperatura.

  • GANADERÍA Seis toros de El Freixo, de desigual presencia; de excelente calidad el bravo 1º, con interés buen segundo; apagado y sin fondo el 3º; geniudo el 4º; excelente el 5º, Gordito, número 32, colorado, 575 kilos y nacido en enero de 2021, que fue premiado con la vuelta al ruedo; apagado el noblón 6º.

  • DIESTROS

  • MORANTE DE LA PUEBLA Sangre de toro y oro Gran estocada (dos orejas) y tres pinchazos y casi entera habilidosa (ovación con saludos).

  • TALAVANTE Verde oliva y oro Pinchazo y estocada desprendida (ovación con saludos); y estocada baja (dos orejas).

  • JUAN ORTEGA Gris perla y oro Buena estocada (ovación con saludos); y estocada (silencio).

La tarde empezó y acabó con Morante. Lo demás no tuvo trascendencia. No porque no toreen como él, si no porque no son capaces de pisar los terrenos que él pisa, ni por arriesgar como apuesta el de La Puebla ni tampoco por comprometerse como él también lo hace. Con el toro bueno, como el primero; pero también, y mucho más, con el geniudo, áspero y correoso como fue el cuarto. Morante no solo es el más artista sino que también es el más valiente. Es muy difícil escribir sus cosas, porque su toreo brota del sentimiento, hace aflorar los de los aficionados y por eso levanta pasiones.

Tanto que hasta el Levante que azotó en El Puerto se echó rendido al maestro en una nueva genialidad ante el que rompió plaza. No solo tumbó el viento que le saludó nada más abrirse de capa sino que Eolo prefirió disfrutar de él a incomodarle más. Y surgió una obra prodigiosa, cuando de repente se enroscó el toro a la cintura en unos lances imposibles de tanta curva, tanto ajuste, tanto temple y tanto todo. Mecidos. Sedosos. A cámara lenta. La plaza de repente fue un clamor. Y explotó en su efervescencia cuando lo galleó con el mismo desparpajo por chicuelinas donde se ajustó a lo grande a Derivo como si le fuera la vida en ello. No paró ahí. La faena de muleta, que brindó a El Juli, fue un primor desde el primer ayudado por alto hasta el último. Apostó en la muleta con un exceso de confianza apabullante en favor del toreo más puro, más rítmico, pausado, comprometido y despacioso. Y formó una revolución genial y única ante la brava y noble condición de un Derivo de El Freixo que embistió con idéntica categoría a la que toreó Morante.

Mucho más mérito tuvo aún lo que le hizo al geniudo y correoso cuarto, al que limó asperezas a base de una entrega, una confianza, una apuesta y un compromiso bárbaro. Le puso el alma a cada pase, el corazón a cada embestida, atalonó los pies en el suelo y no rectificó un ápice en cada tarascada. Un primor. Toda la faena se vivió con pasión y con temor a la vez, porque se veía cogido en cada embroque de tanto compromiso y tanta firmeza. Faena acongojante. Apenas duró cuatro tandas el toro, que fue con las que se impuso el cigarrero con una autoridad bárbara en obra valiente, desatada, sentida, vibrante, emotiva y artista. Los cinco naturales de frente, y de uno en uno, del epílogo fueron simplemente monumentales. Con la espada demostró que es humano y perdió otro triunfo de clamor.

Sin orejas de ese cuarto nadie se olvidará de Morante; a la par que nadie se acordará de Talavante pese a desorejar al excelente y excelso quinto, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Demasiado artificio, excesiva vulgaridad, poco ajuste y mucho alarde de cara a la galería de un torero que sigue desprestigiando sus esplendorosos inicios. Ortega pechó con el lote más deslucido, apostó con la izquierda con su primero y se diluyó todo en el sexto donde no terminó de conectar después de bellos pasajes de capote. A esas alturas todo el mundo aún se seguía relamiendo con la nueva obra cumbre de un torero que no deja de sorprender e ilusionar. Morante lo puede con todo.

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