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Cuando Julio Robles llegó a La Fuente de San Esteban en su niñez rápido se enganchó a su pasión por el toreo. A su padre le trasladaron de su localidad natal, Fontiveros (Ávila), al pueblo salmantino que está en pleno corazón del Campo Charro, en sus funciones de secretario de Juzgado y allí rápido Robles se enganchó al toreo. Con apenas 14 años decidió dejar los libros en el colegio y se puso a trabajar de camarero en el bar de «Abilio», situado en la plaza del municipio para ganarse las primeras monedas que le servían para sufragar los gastos taurinos. Rápido se hizo con la clientela, y allí surgió el primer gran apodo del torero: «Minuto», derivado de la respuesta que daba el torero detrás de la barra a los clientes en cuanto le pedían una consumición: «¡Voy, en un minuto está!». A partir de esa respuesta habitual y repetida hubo quien le bautizó con ese apodo, tanto que incluso el torero apareció anunciado en los primeros carteles de su vida con ese remoquete, como aparece en una de las imágenes que acompañan esta nota en la plaza de toros de Villavieja de Yeltes en agosto de 1968 en la que se anunció junto a Antonio Luis Díaz y Rafael Gómez Martínez.
Cartel de uno de los festejos taurino de Villavieja de Yeltes, en las fiestas de agosto de 1968. En él aparece anunciado, en el medio del cartel, Julio Robles 'Minuto', aun como novillero sin picadores y ante la lidia de erales, que aquella tarde hizo el paseíllo junto a Antonio Luis Díaz y Rafael Gómez Martínez.
El alias de «Minuto» le duró un suspiro al maestro, a aquel torero juvenil que daba los primeros pasos en el toreo a finales de los años 60, que tomó la alternativa en 1972 y que se consagró como figura en la década de los 80. El diestro que nunca guardó rencor al toreo cuando un astado de Cayetano Muñoz, en pleno esplendor y madurez de su carrera, le dejó postrado para siempre en una silla de ruedas en los diez últimos años de su vida. A Robles no le gustaba nada aquel sobrenombre ni detrás de la barra ni tampoco en los carteles y rápido se desprendió de él.
Enrique Vargas González 'Minuto', torero sevillano del siglo XIX.
Un apodo que no era nuevo en el toreo. A finales del siglo XIX se hizo notar un torero sevillano llamado Enrique Vargas González, que se apodaba «Minuto», dada su pequeña estatura (no había entonces ningún torero más bajo que él) se quedó siempre en un segundo plano pese a su valentía y la vistosidad de su toreo. Llegó a tomar la alternativa tal día como hoy, 30 de noviembre, de 1890, vestido de verde y oro, en la Maestranza de Sevilla de manos de Fernando El Gallo que le cedió el toro Cornigordo, de Adalid.
Casi ocho décadas después un torero salmantino también se acarteló con ese mismo apodo. Aunque fuera de manera efímera y como una anécdota inicial y pasajera de quien terminó siendo uno de los grandes orgullos de la historia entre la torería charra.
Cuando llegó el percance en la plaza francesa de Béziers (13 de agosto de 1990) Julio Robles estaba en pleno esplendor de su carrera, como una de las máximas figuras del momento y en el mejor momento de su desarrollo artístico y profesional. En la esta imagen aparece en un pase de pecho en el coso de La Glorieta, en uno de los alardes que solía interpretar tras las faenas de triunfo. Una vez que entraba a matar, seguía toreando a su oponente aprovechando las últimas embestidas. Ahí se le puede apreciar en ese pase de pecho a ese toro salpicado con la espada enterrada en el mismo hoyo de las agujas.
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