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Marco Pérez reconquistó al aficionado de Sevilla a la primera de cambio. El público de La Maestranza recibió con una ovación a los dos toreros, el salmantino y el sevillano Javier Zulueta, las dos figuras actuales del escalafón inferior, y muy pronto Marcó Pérez empezó a devolverle con una entrega absoluta el cariño y ánimo. Se fue a la puerta de chiqueros a saludar a su primer oponente y a partir de ahí ya no se dejó nada guardado en la que era una de las tardes clave de la temporada, para asentar su condición de figura novilleril y para seguir lanzando las perspectivas de una temporada que continuará como matador de toros a partir de 6 de junio, previo paso por Las Ventas de Madrid, donde se encerrará con seis novillos el próximo 30 de mayo, cita para la que ya ha colgado el cartel de “no hay billetes”.
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A ese primer novillo de Sevilla le firmó una actuación arrebatada, valiente y capaz, ante un utrero emotivo al que le cortó una oreja; más apagado fue el tercero, con el que sacó su versión más templada; y una oreja más (y casi dos si no se antepone un pinchazo) hubiera cortado del jabonero quinto, donde desplegó todo su repertorio y ofreció toro un muestrario de capacidad, recursos, técnica, oficio y torería, con las que volvió a rendir Sevilla.
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