Borrar
Marco Pérez, a hombros por la puerta grande en Plasencia. J. LORENZO
Marco Pérez se inventa dos faenas en Plasencia

Marco Pérez se inventa dos faenas en Plasencia

El novillero salmantino solventa con autoridad, oficio y recursos un festejo a la contra en el que se topó con dos novillos de Albarreal sin entrega ni virtudes. Le cortó una oreja a cada uno y logró una nueva puerta grande

Javier Lorenzo

Plasencia

Martes, 6 de agosto 2024, 23:41

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

LA FICHA

  • Festejo nocturno. Media entrada en los tendidos con sofocante calor (38º).

  • GANADERÍA 4 novillos de ALBARREAL, de justa presencia. Al límite de todo, sin decir nada el 1º; boyante y bueno el 2º, que tuvo duración y amplias dosis de bondad; deslucido y sin entrega el 4º, que no ofreció nada; de excelente nobleza el 5º, que fue el mejor del envío. 1 eral de CARMEN VALIENTE (3º), con genio.

  • DIESTROS

  • MARCO PÉREZ (Celeste y oro) Estocada (oreja); y pinchazo y estocada con un descabello (oreja).

  • CRISTIAN GONZÁLEZ (Marino y oro) Pinchazo y estocada tendida (vuelta al ruedo); y pinchazo hondo trasero y tendido con un descabello (oreja).

  • JORGE HURTADO (Sangre de toro y oro) Dos pinchazos y estocada (oreja).

Por segunda vez en su aún incipiente carrera que solo ha cumplido media temporada, Marco Pérez abrió cartel. En una noche sin opciones todo tuvo el mérito de imponerse a lote nulo, con el que no desesperó para inventarse dos faenas en las que solo él creyó. Lo hizo con Barrunte, que así se llamó el primero de Albarreal, hierro que sustituyó finalmente a los utreros anunciados de Núñez del Tarifa. Marco Pérez le puso todo a una faena en la que se encontró rápido con la falta de entidad del pupilo de Albarreal, noblote pero sin personalidad ninguna, que le dejó hacer pero no le regaló nada. Tampoco se lo exigió porque no tuvo ni fortaleza ni seriedad para ello. Lo saludó por tijerillas, antes de templarse a la verónica para fijarlo con buen encaje, ganándole pasos y cerrando en los medios donde ya encontró la aprobación del público. Apenas le castigó Javier Román en el único encuentro con el caballo. Ahí resultaron claves los capotazos firmes, templados, largos y mandones. de Rafael González, consintiendo y alargando las embestidas.

Brindó al público un trasteo que rápido descubrió su clave: había que imponerse a un molesto cabeceo por su endeblez y falta de entrega, no admitía ni un tirón ni un muletazo a destiempo ni tampoco un centímetro de más en la distancia del engaño. Por eso la medicina del temple, para llevarle sometido y tapado, pudiéndole y consintiéndole a la vez para dosificar sus fuerzas. Aunque no todos los muletazos salieron limpios la firmeza y seguridad de Marco Pérez siempre fue la misma. Fue cortando las distancias, hasta pegarse un arrimón después de varios circulares invertidos por la espalda, cerró por manoletinas y mató de forma certera. El mérito fue darle forma a lo que pareció no tenerla.

El segundo que se llamaba Molesto no lo fue, en realidad resultó un gran novillo, por su nobleza y bondad. También por su duración en una larga faena en la que Cristian González estuvo tesonero y tenso, sin terminar de soltarse. En quinto lugar le tocó el premio gordo del encierro, un excelente astado llamado Canastero que se derretía embistiendo, con humilladas y largas embestidas. Un animal para torear a placer que le dejó hacer de todo y le puso un triunfo en bandeja que no amarró.

La movilidad incierta del becerro de Carmen Valiente desarrolló en complicaciones y en un recorrido más corto aún tras la formidable voltereta que le propinó a Jorge Hurtado mediado el trasteo en el que expuso con generosidad, como lo hizo después del porrazo. Se terminó imponiendo en la refriega y encontrando el calor de sus paisanos.

El cuarto fue el novillo de más entidad y también el de más ardua condición. Biensón de nombre, no lo tuvo en el saludo capotero de Marco Pérez, ni tampoco lo tendría después en una faena que se preveía desesperante. El espada charro le bajó los humos con capotazos por bajo con la pierna flexionada en su primer contacto, antes de que el torete empujara con violencia en el caballo de Alberto Sandoval, al que, a base de tarascadas, le hizo emplearse a fondo. No se aburrió con él Marco Pérez en la muleta, en la que terminó inventándose otra obra imposible. Al de Albarreal, vacío de la más mínima condición, le faltó repetición y entrega, salió siempre con la cara alta y desentendido. No le aguantó la exigencia jamás y al tercer envite siempre plantaba renuncio, con más descaro aún por el pitón izquierdo.

Por el derecho le punteó siempre las telas con genio. Marco Pérez, insistente y sin darse por vencido, en larga refriega, le sacó lo que no tenía su oponente. Ni siquiera ganas de guerra. Le apretó sin contemplaciones al final del trasteo, en el que le buscó la vueltas sin darle opción a rendirse y cuando se quiso dar cuenta ya se había vuelto a meter otra vez el público en el bolsillo sin que el novillo se enterara. Se sacó de la chistera otra faena imposible; y con nada delante volvió a convencer. Esa fue la gran virtud esta vez, no aburrirse, tampoco desesperar y remontar una tarde con todo a la contra para seguir sumando.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios