Borrar
Derechazo de Marco Pérez a Alumno, el toro de la alternativa. GREGORY BOYER
LA CRÓNICA

El legítimo triunfo de la liberación

Marco Pérez cuaja una faena de precisión, pulso, mando y capacidad a un toro superlativo de Garcigrande, que mereció un reconocimiento mayor. Le cortó las dos orejas y certificó la tarde de su alternativa a hombros con un impostado Talavante en una función en la que Morante dejó pasajes de toreo caro bellísimos

Javier Lorenzo

Nimes (Francia)

Viernes, 6 de junio 2025, 22:44

LA FICHA

  • Lleno de 'no hay billetes'. Tarde calurosa con sol y nubes.

  • GANADERÍA 6 toros de Garcigrande (Justo Hernández). Costoso, molesto y de corto recorrido el 1º; noble y apagado el 2º; un gran toro el 3º, que respondió con entrega a la exigencia y tuvo nobleza, ritmo y profundidad; mansurrón y noble el 4º; bravo el emotivo 5º; y excelente el bravo y enclasado 6º.

  • DIESTROS

  • MORANTE DE LA PUEBLA (verde y oro) Casi entera defectuosa, caída y trasera (ovación) y atravesada que asoma con cuatro descabellos (ovación).

  • Alejandro Talavante (añil y oro) Bajonazo (oreja tras aviso); y estocada casi entera (oreja tras aviso).

  • MARCO PÉREZ (blanco y oro) Tomó la alternativa. Estocada atravesada que asoma y otra trasera (ovación tras aviso); y gran estocada (dos orejas).

En una tarde que había navegado entre las genialidades excelsas de Morante y el toreo impostado de Talavante, Marco Pérez se perfiló en la suerte suprema con Ardiente, el sexto, para despejar los fantasmas y poner en valor una faena de un valor tremendo. Valor no de valiente, que también lo fue, sino de ciencia, esencia, métrica, verdad y magisterio. De prodigio por saber alturas, distancias y velocidades. Lo calibró a la perfección sin ser sencillo. Fue el premio gordo de la tarde, un toro de una emoción superlativa y una entrega mayúscula con una bravura definida y contenida al que no era fácil cuajar. Y Marco lo hizo, sosteniendo el ritmo intenso que tuvo por el pitón derecho, por donde lo templó y midió; y aguantándolo y tirando de él por el pitón izquierdo, por donde era más costoso, acometía más despacio, por donde había que aguantarle a base de valor para tirar de él y llevarlo donde no llegaba como hacía por el derecho. Ahí estuvo el mérito, en acoplarse a esas dos embestidas. Y en mantener el corazón templado cuando a la tarde de la alternativa parecían seguirle los fantasmas de Madrid, porque el toro de la alternativa fue un Alumno renegado.

Ardiente fue un toro espléndido, pero supuso un examen exigente para estar a la altura de tal torrente de bravura. Por tener que saber tocar en cada muletazo la tecla correcta. Por saber imponerse y templarse, para torearlo además de con el corazón con el alma. Y así lo hizo. Así había que poner el broche con la suerte suprema. Por eso, cuando se enfiló con la espada, cuando a noche caía sobre el anfiteatro, dio carpetazo a los demonios que le atemorizaban. Le costó cuadrarlo porque la faena se había excedido para ponerla aún en más efervescencia. Por eso escarbó el pupilo de Garcigrande en exceso en esos últimos segundos de vida y no fue fácil cuadrar, pero ni siquiera eso le puso nervioso a Marco Pérez. Que lo movió, lo alivió, le cambió las suertes varias veces y cuando se le entrego de verdad, se perfiló, enfiló ese viaje supremo con gran rectitud y enterró la espada en lo alto. Una estocada fulminante, en todo lo alto que tiró al toro sin puntilla desatando el clamor del público que se le entregó sin reservas. La plaza fue un estruendo: ¡Marco, Marco, Marco! El anfiteatro se inundó de pañuelos blancos para certificar un triunfo legítimo. Brotaron las lágrimas del torero porque salió toda las presión acumulada tras la peor semana de su vida. Ardiente vino a poner las cosas en su sitio.

Marco Pérez recibió a este toro con dos faroles de rodillas y un templado saludo capotero, luego llegó un fenomenal tercio de varas de Alberto Sandoval que midió y calibró la bravura de Ardiente, que peleó con clase, bravura y entrega. Marco Pérez quitó por altaneras (chicuelinas con tafalleras) y lo unió a las gaoneras y a dos soberbias medias. Brindó a su madre y a su hermana y se fue a los medios para cambiárselo por la espalda. En cuanto se puso al toreo fundamental el toro de Justo Hernández enseñó al mundo que no solo tenía ímpetu y movilidad, sino una categoría supina. Ahí llegó el mando y el poder con la derecha, dejándole la muleta en la cara para sostener y que no parara aquel torrente de embestidas; y la zurda para equilibrarlas al ralentí. Mérito para una cosa y la otra. Y luego todo lo demás que hizo del postre de la tarde una auténtica fiesta, que desencadenó en el triunfo de la liberación.

Alumno, el toro de la alternativa fue un mostrenco. Espeso, de corto recorrido, sin gracia ni emoción para nada. Derrotaba en cada rácano y molesto envite. Y el salmantino solo pudo ponerle ganas y disposición. Intervino en quites toda la tarde:por navarras en este, el quite de oro con el capote a la espalda en quinto;y el de las altaneras del sexto.

Antes, Morante había firmado una docena de muletazos deliciosos al segundo tras un portentoso inicio de faena. Pero ese toro, que le embistió a cámara lenta, parecía moriste en cada acometida y terminó en nada. Y, luego, la faena al cuarto -al que recibió con dos tijerillas con las dos rodillas en tierra- estuvo salpicada de detalles sobresaliente y una pureza soberana pero todo sin hilván porque el toro nada aportó. Mientras que Talavante no pasó del toreo artificioso, despegado y populista con los dos mejores toros de la función, sobre todo el quinto, hasta que salió Ardiente y puso las cosas en su sitio. Y con él Marco Pérez que entró a lo grande con el escalafón superior. No solo por el triunfo, no solo por la soberbia estocada al sexto, sino por la categoría con la que trató a ese toro que hubiera sacado los colores a muchos. A él no, y solo era el segundo de su vida.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca El legítimo triunfo de la liberación

El legítimo triunfo de la liberación