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“Salamanca tiene una cultura taurina única, un ambiente en torno al toro muy grande; y su plaza de La Glorieta, una sabiduría especial”, afirmó El Juli en el homenaje organizado por la empresa BMF para reconocerle por su cuarto de siglo de alternativa y su inminente retirada. El acto, celebrado ante la fachada de los Dominicos y ante cerca de dos centenares de aficionados, sirvió para rendir tributo a quien José Ribargoda, el encargado de conducir la entrevista, definió como una “leyenda”, tras una vida dedicada por completo al toro caracterizada por la “honestidad, honradez y la ambición permanente en la entrega de cada tarde”. Y ahí Salamanca jugó un papel primordial como resaltó el propio maestro: “Los primeros toros que maté a puerta cerrada en mi vida fueron aquí. Y rápido definió la personalidad de La Glorieta: “En ella los toreros sentimos un compromiso especial, en el tendido hay mucha gente que sabe profundamente de toros. Aquí siempre sientes una presión diferente porque te sientes muy mirado por un público exigente, ya que en sus tendidos hay muchos profesionales. Eso a veces la hace fría, pero cuando superas esa frialdad te reconocen como en ninguna. Salamanca es una tierra en la que se habla, se vive y se siente el toro como en ninguna”.
Anunciado su adiós, dijo El Juli que todo el cariño que le está demostrando el público le compromete “aún más”. Y esa relación con la afición ha sido una de las luchas más intensas que tuvo en toda su carrera: “Cada vez que me vestí de torero salí a darlo todo y siempre tuve el reto de que el público saliera contento de la plaza. Cuando no lo logré o no estuve a la altura fue porque no pude. Eso siempre me ha pesado mucho, mi obsesión de que la gente saliera feliz de la plaza llegó a ser enfermiza. Tanto que incluso en mis tardes de fracaso quise que mis compañeros triunfaran para que no hubiera decepción. La gente hace un esfuerzo grande para ir a los toreros y esa presión del público la he sentido siempre”.
Sobre la decisión de la retirada afirmó que es “muy meditada”, desde hace más de año y medio, y considera que es el momento ideal. El no anunciarlo a principio de año y sí en el tramo final, cuando ya estaban todas las ferias cerradas fue porque le “empalagaba” un poco estar todo el año con el tema de la despedida: “No quería caer en esa benevolencia. Me daba miedo la decadencia, siempre tuve en la cabeza irme arriba, que no fuera un adiós por falta de interés”. Y así dice que “cierra una etapa” sin querer hablar de retirada: “Siempre he sido esclavo de una forma de vida, de mi tiempo, de mi nombre. No quiero hablar de retirada porque no sé qué pasará conmigo mañana. Jamás me cortaré la coleta porque siempre seré y me consideraré torero”. Y dice que se va con la sensación de que ha dado “más que todo”.
Considera El Juli que la tauromaquia está viviendo un giro radical tras unos años duros e inciertos con muchos ataques desde los frentes políticos y de la sociedad que criticó se lo hacen desde el “desconocimiento”: “Como tolerantes que somos hay que respetar a la gente que no le guste pero a la vez exigir que nos respeten”. Sobre el momento actual de la tauromaquia se mostró optimista: “Hay toreros con interés y personalidades distintas, a veces contradictorias. Eso es atractivo para el público. La tauromaquia necesita eso y también líderes que tienen que asumir ese papel. Y lo más importante, hay inquietud entre la juventud por conocer la tauromaquia”, finalizó cargado de razones.
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