Esfuerzo titánico de Damián Castaño con un toro de Dolores Aguirre en Bilbao

Burgalés se llamó el quinto, número 17, negro bragado y corrido, con 546 kilos de peso, nacido en febrero de 2020. Damián Castaño lo recibió sin lograr el lucimiento al que no se prestó. Picó Javier Martín, que recetó un primer puyazo trasero y caído, del que salió perdiendo las manos. Cumplió en el segundo encuentro bajo las protestas del respetable que derivaron en el pañuelo verde que asomó en el palco presidencial.

Salió en su lugar Argelón, el sobrero, número 56, de 633 kilos de peso, nacido en el diciembre de 2019, negro mulato y chorreado de capa. Un toro de imponente presencia por su volumen y trapío, tremendamente largo y de sobresaliente aparato. Abanto y sin fijeza de salida, lo enceló con cierto oficio con la pierna flexionada y en el remate le puso los pitones en el pecho, desarmándole y obligándole a tomar el olivo. Javier Martín lo cogió delantero esta vez y le tapó la salida en un duro y fuerte puyazo. Salió de él midiendo muchos sus embestidas y quedándose muy corto. Cumplió sin más en el segundo envite en el que el toro tampoco se entregó bajo el peto. Antonio Chacón y Fernando Pérez pasaron apuros en banderillas ante el orientado comportamiento. Brinda al Club Taurino Tres Puyazos, aficionados que organizan la Feria del Toro de San Agustín de Guadalix. Volvió a ofrecerle con toda la generosidad posible la mano izquierda sin ninguna probatura. Buscó los muletazos de uno en uno, porque el toro no pasó ni completó ni una vez sus viajes quedándose muy corto. Fue otro toro muy exigente, arduo y casi salvaje.

Muy orientado el toro le roba dos tandas de derechazos de muchísimo mérito, valor y entrega que parecían imposibles. Le tragó, le aguantó, le exigió y encontró una recompensa que tuvo un mérito bárbaro que puso, en una tercera tanda soberbia que hizo que la plaza se pusiera en pie haciendo rugir los tendidos de Vista Alegre. La faena se desarrolló entre las rayas de picar en la misma puerta de la enfermería. Aprovechó los muletazos de salida hacia las tablas aunque las embestidas se vencieron siempre poniendo en muchos aprietos al torero. La espada volvió a ser su cruz tras un esfuerzo titánico. Pinchazo, estocada delantera. OREJA. Si mata a la primera la sensación era de dos orejas.

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