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Ajustada manoletina de Marco Pérez en el cierre de faena a Tramposo, el segundo novillo con el hierro de Fuente Ymbro. PLAZA 1

Un derroche de Marco Pérez ni visto ni reconocido en Las Ventas

Marco Pérez sufrió el peso de la púrpura. Exigencia límite del público ante una entrega sin reservas, sorda y sin resultado. Malos novillos y una pésima tarde del salmantino con la espada que le robó el triunfo en la única faena intensa y emotiva, la del quinto, en la que sufrió dos espeluznantes volteretas

Viernes, 30 de mayo 2025, 22:54

LA FICHA

  • 19º FESTEJO DE ABONO DE LA FERIA DE SAN ISIDRO Lleno de 'No hay billetes'. Tarde soleada y bochornosa.

  • GANADERÍA 6 toros de Fuente Ymbro (2º, 3º y 5º) y El Freixo (1º, 4º y 6º). Renuente, costoso, parado y mirón el 1º; noble pero a menos el 2º al que le faltó intensidad y duración; un demonio el 3º, peligroso y agresivo; noble pero a menos el 4º; emotivo el 5º; y noble y apagado el 6º.

  • DIESTRO EN SOLITARIO

  • MARCO PÉREZ GRANA Y ORO Tres pinchazos y estocada (silencio); pinchazo, media estocada y estocada (silencio); pinchazo y estocada (silencio); gran estocada (ovación con saludos tras aviso); pinchazo, media estocada y dos descabellos (vuelta al ruedo tras aviso); y estocada y dos descabellos (silencio).

  • CUADRILLAS Iván García saludó tras dos buenos pares de banderillas al 3º y Rafael González firmó una primorosa brega al 5º e hizo un quite providencial a Marco Pérez en la puerta de chiqueros en el saludo al 6º.

La tarde pesó en exceso desde el minuto cero y no remontó jamás. Solo una vuelta al ruedo en el quinto, en la mejor faena de una función que no despegó, con el torero generoso pero atacado por momentos, Los tres primeros silencios en los tres primeros capítulos pesaron como una losa y helaron las ilusiones. Inseguro y mal sin paliativos con la espada, sin embargo, con más o menos acierto, se entregó sin reservas de principio a fin. Y eso apenas se le reconoció. Sin recompensa ni eco. Los novillos no embistieron y el público le midió con severa autoridad. Fue una cuesta arriba interminable...

No valoraron el compromiso de Marco Pérez con el parado, renuente y mirón primero, en el que no le importó que los pitones le acariciaran el pecho más de una vez, mientras él buscó siempre las lineas curvas para rematar los muletazos en la cadera. Esfuerzo en vano sin valorar una faena que tomó intensidad antes de coger la espada, que fue la que dejó el primer asalto en tablas.

El segundo apenas duró un suspiro. Dos tandas, en las que el salmantino le apretó sin contemplaciones, para escuchar los primeros olés. Fue cambiarse la muleta de mano y por la izquierda se desmoronó todo. Parecía otro novillo. Fue un cortocircuitó en toda regla. Brindó al público la faena del tercero y las ilusiones duraron lo que el brindis. Al segundo muletazo le pegó un gañafón de escalofrío, del que se libró de milagro. Y ahí pareció tragarse al demonio de repente el de Fuente Ymbro. No tenía ni un solo muletazo, artero, intempestivo, de minúsculo recorrido, avieso siempre. Parecía una persona. Pensó más el torete que el torero y este tiró por la tremenda a puro huevo. La imagen de la búsqueda del pitón contrario a la desesperada con toda la verdad por delante ni gustó ni cautivó ni convenció. Almas de hielo. Fue un derroche de valor en vano.

En los tres últimos novillos se fue a la puerta de chiqueros para encumbrar una entrega absoluta que hasta entonces no había sido reconocida, ni puede que vista por gran parte de la parroquia. Los tres silencios eran una losa mayúscula. A la mansedumbre del cuarto no le ayudó una lidia interminable en banderillas, con demasiadas pasadas en falso. Le robó dos tandas poderosas con la derecha exprimiendo al novillo y ahí plantó renunció, porque por la izquierda no era igual. El torero perdió la horizontal de las tablas y eso a Morisqueto le incomodó en su nula condición por ahí. Se metió entre pitones pero la indiferencia fue absoluta. Otra vez.

Y así, con ese panorama salió el quinto, Boquiflojo. El de más opciones de la tarde, con el que Marco Pérez soltó lastre y pareció romper la tarde. Pero no. Y eso que la apertura con dos cambiados por la espalda fue espectacular como previa a una madeja de trincheras, desprecios y cambiados con los que hizo romper la plaza de verdad. Estalló Madrid por fin. Bravo Marco. Aunque esa intensidad ya no la mantuvo en la faena pese a que firmó varias tandas de interés. La colocación con la izquierda no fue la mejor, esperó con la pierna retrasada en el embroque de la ligazón y eso es Madrid es pecado capital ante el aficionado más exigente que le había esperado y medida desde el minuto cero sin piedad ni concesiones. Ahora más que se acercaba el triunfo. Entre que se lanzaba la faena y no llegaron dos soberanas volteretas que lanzaron por los aires su diminuto cuerpo. Dos palizas soberbias que no sensibilizaron ni la exigencia de la parroquia ni el ánimo del torero. Se levantó de ambas sin mirarse y volvió a la cara con arrojo. Aún así mantuvo el tono efervescente de la única faena con frenesí de la tarde, que se despenó por el precipicio de una espada embotada que no entró ni bien ni mal. Esta faena era de premio y quedó en una vuelta al ruedo protestada, porque en Madrid no se puede dar ese paseo glorioso matando así.

Siguió en su empeño con el sexto, otra vez a porta gayola, otra vez el milagro de la ruleta rusa, aquí librado con el capote salvador de Rafa González. La pastueña y apagada nobleza de Comino supo a poco. No era la mejor compañía para una remontada. No pudo ser. Se fue en blanco. Por la espada, por la exigencia límite, por la distancia, porque la raza, la entrega y el derroche de valor que derramó en el ruedo no pasó del callejón, no trepó al tendido y no tuvo recompensa. Ni visto ni valorado por la gran masa y menos por el tribunal más exigente, que sacó la vara medir para quitarle lo que aún no tiene. A cambió Marco Pérez entregó todo, con raza y una sinceridad absoluta, aunque no le sirviera de nada.

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