Secciones
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
«Me dio puñetazos y un cabezazo, intenté defenderme como pude, forcejeó conmigo y me sacó una navaja de grandes dimensiones. Lo bajé del coche como pude. Estamos muy asustados porque trabajamos en la calle», cuenta a LA GACETA uno de los taxistas atracado a punta de navaja en las últimas horas.
Los agentes de la Policía Nacional han identificado a uno de los supuestos autores. R.E.E., vecino de Chamberí, que habría cometido al menos cuatro asaltos en una semana con el mismo modus operandi. Las víctimas han denunciado los hechos en la Comisaría de la Policía y se espera que en las próximas horas sea detenido.
Según ha podido saber LA GACETA por fuentes cercanas al caso, el primer robo se produjo el pasado domingo sobre las 7:00 horas, el segundo la noche de Halloween sobre las 4:00 horas, el tercero este sábado de madrugada, alrededor de las 4:30 horas y un cuarto del que se desconocen los datos.
En todos los casos, el destino final del trayecto era el barrio trastormesino de Chamberí. Al parecer son dos los varones que contactaban con el servicio de taxis y una vez en el vehículo primero se bajaba uno y el otro continuaba la carrera. Una vez solo iniciaba los atracos y las agresiones a los taxistas. «Yo los fui a recoger a la altura de la parada de taxis en la carretera de Ledesma. Se montaron ambos. Al primero lo dejé en la calle Mayor de Chamberí con la calle Moisés y el segundo continuó su camino hasta que me atracó en los alrededores de la calle Sequeros, me dijo que le diera todo lo que tenía», según la víctima que denuncia haber sufrido diversas lesiones en la cara y otras zonas de la cabeza: «Llevo desde ese día sin poder trabajar, tengo miedo», ha añadido.
Cabe recordar que la madrugada del 27 de abril de 2010 Ángel Sánchez, un taxista de 60 años falleció al verse envuelto en un ajuste de cuentastras recibir un disparo que iba dirigido al cliente en la calle Mayor de Chamberí. El terrible suceso se produjo a la una de la mañana cuando el chófer -que conducía un Citroën XSara Picasso- recogió al cliente en la calle Mayor de Chamberí. Apenas un minuto después, a su llegada al cruce con la avenida de Lasalle, a unos 300 metros, un vehículo de gran cilindrada y de color oscuro paró junto a él. Desde este coche se efectuaron una serie de disparos, uno de los cuales alcanzó al taxista en la cabeza, que murió horas después en el Hospital Virgen de la Vega.
Tras el tiroteo, el autor de los disparos se dio a la fuga, al igual que el ocupante del taxi, y comenzó una ardua investigación para esclarecer «los violentos hechos», tal y como los definió el por aquel entonces subdelegado del Gobierno. Salamanca se echó a la calle y el colectivo de taxistas se movilizó para exigir justicia por lo ocurrido.
No fue hasta siete meses después cuando la Policía desplegó un espectacular operativo que permitió la detención de J.M.G.B., de entonces 21 años; y de su madre en el mercadillo de Lalín (Pontevedra). Veinticuatro horas después se producían otros tres arrestos: el de R.G.A., el joven que presuntamente viajaba en el taxi como viajero y dos vecinos de Zamora, familiares de los detenidos en la localidad pontevedresa. Todos, a excepción del joven que abrió fuego, quedaron en libertad tras prestar declaración ante el juez.
De hecho, llegó la hora del juicio y tan solo el pistolero se vio imputado en la causa junto a su suegra, M.J.H.I., esta última por encubrimiento. La vista oral se celebró del 1 al 4 de julio de 2013 en la Audiencia Provincial de Salamanca, cuatro sesiones que generaron gran expectación y que aglutinaron en el céntrico edificio a una gran cantidad de periodistas y ciudadanos que quisieron acudir como público, lo que obligó a la Policía a reforzar la seguridad en la zona.
En su declaración el principal sospechoso, para el que la Fiscalía solicitó penas que sumaban 32 años de prisión, dio una versión exculpatoria y alegó que la noche del crimen no se encontraba en Salamanca sino en un club de alterne de Santiago de Compostela. El cliente del taxi, que declaró como testigo, tampoco le inculpó, pues ante el tribunal aseguró que no se acordaba de nada porque «iba completamente drogado».
Sin embargo, la sentencia no tuvo en cuenta estas declaraciones y las diferentes pruebas recabadas, principalmente el teléfono móvil que situaba a J.M.G.B. en el lugar del crimen, permitió al tribunal condenarlo a 29 años de prisión; mientras que su suegra fue castigada a dos años y cuatro meses. Pero en el momento de la celebración del juicio el delincuente se encontraba en libertad y aprovechó esta circunstancia para desaparecer antes de tener conocimiento de la sentencia. No fue hasta enero de 2014 cuando los agentes, tras pedir la colaboración ciudadana para localizarle, le sorprendieron en un gimnasio de Ponferrada (León). Opuso fuerte resistencia y llegó a fracturar a uno de los policías el tabique nasal. De esta forma se puso fin a cuatro intensos años de investigaciones y al calvario de una familia que exigía justicia por la injusta muerte de una persona inocente.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.