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Salamanca
Viernes, 22 de noviembre 2024, 16:58
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La expectación es inmensa. Wicked, el musical más exitoso de Broadway en las últimas décadas (a la altura de Cats o de Hamilton), da el salto a la gran pantalla. Lo hace con un equipo imbatible. Para empezar, las protagonistas: una estrella mundial del pop como Ariana Grande y una ganadora del premio Tony como Cynthia Erivo (El color púrpura), que aspiró al Oscar en 2019 por Harriet. Detrás de la cámara, un director especialista en el género, Jon M. Chu, conocido por En un barrio de Nueva York (2021) y el bombazo Crazy Rich Asians (2018), aparte de por sus videoclips para Justin Bieber. Había cierta incertidumbre en el ambiente, porque los musicales no están precisamente de moda en el cine (recordemos los fracasos estrepitosos del West Side Story de Spielberg o de Joker 2). Sin embargo, las previsiones de taquilla apuntan muy alto, más aún a tenor de las reacciones de los críticos. La prensa alaba las interpretaciones de Erivo y Grande, a las que sitúan en la carrera de los Oscar, así como el impresionante diseño de producción, decorados y vestuario, la energía contagiosa del proyecto, sus coreografías de aire clásico y su banda sonora. Pero más allá del espectáculo visual y del baño de imágenes, destaca un guión que, pese al tono familiar, apunta lecturas políticas y una oscura moralidad, escrito por Dana Fox (Cruella) y por Winnie Holzman, autora del libreto del musical. Desde hoy, Wicked está en la cartelera de Van Dyck (pases en versión doblada y en versión original subtitulada) y de Van Dyck Tormes (solo versión doblada).
Para quien aún no lo sepa, Wicked podría considerarse una precuela de El mago de Oz, clásico de 1939. Medio siglo después del filme de Victor Fleming con Judy Garland, el novelista Gregory Maguire reinterpretó la historia en el libro Memorias de una bruja mala (1995), centrado en el personaje de la Bruja Mala del Oeste y sus posibles motivaciones. Ya en 2003, se convirtió en un musical, con canciones de Stephen Schwartz, ahora trasladado fielmente al cine. La trama relata el origen de las dos brujas de la Tierra de Oz, años antes de la llegada de Dorothy. Por un lado, la buena -Glinda-, privilegiada, popular, ambiciosa y superficial, siempre el centro de atención, todo brilli-brilli. Por otro lado, la mala -Elphaba-, marginada por su piel verde y por no haber descubierto aún sus propios poderes. Las dos se conocen en la universidad y, pese a las diferencias, entablan una amistad improbable… hasta que sus destinos se terminan separando. Una historia casi trágica, muy emotiva, que habla de la persecución al diferente, de la aceptación de uno mismo, de la fidelidad a unos valores e incluso de esos líderes populistas que manipulan a las masas con mentiras y cabezas de turco. Eso sí, todo está enmarcado dentro de un entretenimiento familiar: «Quiero recordarle a la gente cómo es ir al cine», ha declarado a la prensa su director; «que los eventos épicos sean como me sentía cuando era niño viendo películas». Wicked perpetúa la tradición de los grandes blockbusters del género, como Sonrisas y lágrimas o, ya en este siglo, Chicago. De hecho, para no traicionar la profundidad del argumento, la productora decidió dividirla en dos filmes: éste narra el primer acto del musical, y en Navidades de 2025 se estrenará la segunda parte.
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