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Una pareja prepara el equipaje en el coche antes de un viaje.

¿Por qué volvemos de vacaciones más cansados que antes de irnos?

La primera quincena de septiembre es, para los psicólogos, una de las más duras del año por volver a la rutina de trabajo, colegios y responsabilidades

Javier Hernández

Salamanca

Martes, 9 de septiembre 2025, 06:15

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La primera quincena de septiembre es uno de los momentos más 'duros' del año para miles de salmantinos que ponen fin a sus vacaciones y se reincorporan al trabajo.

Es el conocido síndrome post-vacacional que, en más de una ocasión, termina en la consulta del psicólogo con las personas replanteándose qué hacer con su vida. Los psicólogos llaman a la calma y aseguran que «es normal que durante los primeros días después de las vacaciones cueste readaptarse, pero le pasa a casi todo el mundo. Si esa sensación dura mucho más, entonces sí cabe plantearse que uno no esté bien en su trabajo».

La psicóloga María Ángeles Pérez explica por qué cada vez más gente afirmar regresar de las vacaciones más cansados de lo que se fueron. «El cansancio físico produce un cansancio emocional porque la mente y el cuerpo van juntos. Si una persona ha estado demasiado activa en vacaciones puede regresar agotado por ese ritmo de me levanto, visito esta ciudad, viajo, me acuesto…». Pérez García añade que también puede suceder lo contrario -descansar a tope- y que la mente confunda la relajación con el cansancio: «Puedes estar en la playa, tirado, sin preocupaciones y en un estado de despreocupación y desconexión con tu propia identidad personal. Alejado de los problemas familiares… Frank Seyle opinaba que esa relajación con la que regresas puede ser confundida con cansancio físico -que no tiene por qué ser mental-, porque estás más lento y aúno te falta una activación general».

Otro factor que condiciona la vuelta al trabajo son las 'anticipaciones'. «Empezamos a pensar en los que se nos viene encima: el colegio, las extraescolares, los horarios de los hijos y todo el trabajo acumulado que nadie ha hecho por ti durante las vacaciones. Esa anticipación de lo que te espera ya te satura y produce un estrés que vas a tardar días en superar», explica la psicóloga, que invita a no infravalorar la influencia del estrés: «Seyle descubrió síntomas comunes en personas enfermas, pero de distintas patologías. Él descubrió el estrés y entendió cómo afecta a la enfermedad y a cómo te recuperas o empeoras».

Los especialistas cada vez prestan más atención al aprovechamiento que la población realiza de sus vacaciones, tanto en calidad como en cantidad. Cualitativamente, existe cierta sensación de culpabilidad por no hacer nada durante las vacaciones. «Hay gente que se marca retos de que este verano voy a arreglar el garaje o voy a hacer determinadas actividades. Hay actividades que producen sustancias en el cerebro como la dopamina que generan bienestar, pero esa sobreactividad en un periodo que debería ser para desconectar de la cotidianeidad puede tener su repercusión», considera.

La psicóloga María Ángeles Pérez cifra en «al menos dos semanas» la duración ideal de unas vacaciones para poder desconectar: «Depende un poco de cada persona y de lo que haga con su tiempo, pero creo que dos semanas seguidas son necesarias para desconectar del todo». De lo contrario, entre preparación de maletas, viaje, llegada, adaptación al lugar y planificar el regreso, el cerebro no termina de recargar». El problema -añaden- es que no todo el mundo puede permitirse 15 días continuados de vacaciones. Por el contrario, existen gremios como los del profesorado que enlazan varios meses de desconexión durante el verano -de las vacaciones más largas que existen- y que, por este motivo, encuentran especialmente duro, en comparación con otras profesiones, el regreso a la rutina: preparar el currículum, analizar el alumnado, planificar el temario, etc.

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