La abuela de la Universidad: «La vida está para aprender hasta el final»
La Universidad de la Experiencia se consolida como refugio de amistad, conocimiento y vitalidad para cientos de mayores en Salamanca. Visitación, Matilde, Generosa, Ana María, Esteban y Flora confirman que «el aprendizaje y la ilusión no se jubilan nunca»
Con 101 años, Visitación Macías Manzano no solo es la alumna más veterana de la Universidad Pontificia de Salamanca, sino también un símbolo vivo del espíritu de la Universidad de la Experiencia: la voluntad de seguir aprendiendo, compartiendo y manteniendo la mente despierta. Recibió este miércoles un reconocimiento en la inauguración del curso, presidida por Alfonso Fernández Mañueco en el Palacio de Congresos, junto a otros veteranos como Luis Peñasco y Eloína Almaraz Lucas.
«Me gustan las clases de música porque me recuerdan a mis buenos tiempos»
«Estoy matriculada, ya veremos si puedo venir o no, pero lo que me gusta es hablar con mis compañeras», cuenta Visitación, con la serenidad de quien ha dedicado la vida a cultivar el saber. A pesar de los problemas de visión que la apartan de los apuntes, sus ganas permanecen intactas: «Me gusta todo, me gusta saber de todo; sobre todo las clases de música, la zarzuela me encanta, me recuerda a mis buenos tiempos». Hija de una generación en la que estudiar era un privilegio, recuerda cómo cursó Magisterio y un bachillerato exigente: «Nunca me ha gustado estar en casa sin hacer nada. Siempre quise tener obligaciones, mantener la mente ocupada. Eso aconsejo a todos los mayores: aunque solo sea charlar y encontrarse con gente distinta, ya es enriquecedor».
«Entrar en el aula aquel día fue como abrir una ventana nueva a la vida. Fue lo mejor»
Con 93 años, Matilde Gaspón Marcos mantiene la ilusión de aquella joven que, en 1996, tras recibir una carta del Club de los 60, corrió a matricularse. «Para mí fue lo mejor que pude haber hecho por los mayores. Entrar en el aula aquel día fue como abrir una ventana nueva a la vida», confiesa. Aunque trabajó de taquimecanógrafa antes de casarse, su primer contacto con la universidad no llegó hasta los 64 años. Desde entonces no la ha soltado: «El año pasado todavía vine, aunque no todos los días. Yo recomiendo a todos los mayores que se apunten. Es lo mejor que han hecho por nosotros».
La lucha de Manjón
«Para mí esto ha sido una salida, una forma de convivir y de mantener la ilusión»
Esteban Sánchez Manjón, de 80 años, lleva casi tres décadas en la Universidad de la Experiencia y guarda un orgullo especial: fue uno de los impulsores del tercer curso, luchando hasta lograr financiación cuando parecía imposible. «Siempre me ha gustado estudiar. Para mí esto ha sido una salida, una forma de convivir y de mantener la ilusión», explica con satisfacción. Hoy solo acude dos veces a la semana, pero con la misma convicción: «Es muy beneficioso, no solo para nosotros, también para la familia. Mantener la cabeza activa lo es todo».
La fuerza de la amistad
Generosa Bajo del Arco de 83 años, Ana María del Carmen García y Flora García Perales, de 82, coinciden en que la universidad no solo da conocimiento, sino sobre toda comunidad.
«La Universidad de la Experiencia es espiritual y corporal, me mantiene viva»
«Lo mejor es socializar, compartir y moverse», señala Generosa, que a lo largo de estos años ha animado a decenas de amigas a unirse. «Es espiritual y corporal, me mantiene viva», añade.
«He sido enfermera, diseñadora... de todo porque siempre quise aprender. Y aquí sigo»
Ana María del Carmen García recuerda cómo retomó estudios siendo ya adulta: «He sido enfermera, diseñadora… hice de todo porque siempre quise aprender. Y todavía aquí sigo, porque uno nunca se cansa».
«Llevo casi 20 años en la Universidad y mientras no me echen, no me voy. Me viene muy bien»
Flora asegura entre risas que no piensa abandonar: «Llevo 20 años en la Universidad de la Experiencia y me viene muy bien. Mientras no me echen, no me voy».
A sus 70 años, Antonio Pires representa la otra cara de la Universidad de la Experiencia: la de quienes no pudieron estudiar de jóvenes. «Yo no tuve esa oportunidad, tuve que trabajar pronto. Y claro que me hubiera gustado, pero la vida me llevó por otro camino». Ahora, sentado en un aula con otros compañeros, vive lo que en su día le fue negado: «No es lo mismo aprender a los 15 que a los 70, pero lo importante es mantenerse activo. Todo lo que nos venga es bueno».
Para los alumnos, la Universidad de la Experiencia no es solo un programa formativo, es un refugio de amistad, un estímulo intelectual y un recordatorio de que el aprendizaje nunca caduca. «La vida está para aprender hasta el final. Y sobre todo, para no dejar nunca de compartir», detalla Visitación.