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Varios feligreses de la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, en el barrio de Capuchinos, han convertido el espacio que rodea la parroquia en un auténtico 'vergel'. Una labor que realizan cada día de forma altruista y que les permite sentirse verdaderamente implicados en la comunidad religiosa.
Jesús Alfonso Valiente, con más de 80 años, se encarga de esta tarea desde hace más de dos décadas, prácticamente desde que se inauguró el templo. Junto a él, Alonso, Teresa, Matías y Fernanda, también vecinos del barrio, han colaborado durante años en la crianza y cuidado de este espacio natural tan singular. «Desde que nació la parroquia, voy prácticamente todos los días. Yo conocía las labores de campo y esto es un trabajo similar. Nos repartimos el trabajo entre todos nosotros, llevamos haciendo esto muchos años», reconoce.
Entre sus labores, se encuentran las de regar, podar, abonar, cortar la hierba o limpiar las hojas secas. También mantienen limpia y bien cuidada una zona exterior muy especial del templo, una réplica de la Gruta de las Apariciones del Santuario de Nuestra Señora de Lourdes que se encuentra en la propia parroquia salmantina. Las flores que estos fieles cuidan con gran esmero también rodean a la imagen de esta advocación mariana. En ocasiones, también elaboran ramos con las flores y se los ofrecen a la Virgen. «Es algo muy gratificante para nosotros, es de esas cosas que se hacen de corazón y sin pedir nada a cambio», explica Valiente.
Lo que comenzó como un simple 'hobby', se ha convertido en una realidad que cobra un significado especial para el vecino. Se refiere orgulloso al resto de fieles que colaboran en el jardín de la parroquia como «un gran equipo». Además, no piensa parar de realizar esta labor, es algo que tiene muy decidido. «Aunque son muchos años los que tengo, seguiré mientras la salud me lo permita», afirma.
El párroco del templo, Miguel Ángel González, pone en valor la dedicación y entrega de estos vecinos para cuidar lo que él denomina «la casa común». «Ellos están aquí todos los días, es su lugar de reunión. Estoy encantado y me gustaría que hubiese mucha más gente vinculada a esta parroquia, se crean unos lazos muy fuertes. Para mí es un orgullo, pero también un descanso», manifiesta.
Y es que el sacerdote solo no podría con todas las labores diarias de mantenimiento de la iglesia. Además de estas tareas, estos vecinos montan el Belén de la parroquia en Navidad, colaboran en tareas de limpieza y en ocasiones también en la Eucaristía. «Están unidos en amistad desde hace muchos años», concluye.
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