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Bomberos de la Diputación, en un momento de la búsqueda del joven en el río Tormes, a su paso por Alba. L. G.

«El dolor no nos puede paralizar. Cada minuto era crucial»

Alberto Andrés, psicólogo del equipo de Cruz Roja que participó en el rescate, asegura que lo más importante es «intentar crear un entorno seguro en medio de la incertidumbre». Pedro Martín, uno de los bomberos de la Diputación que trabajó en el dispositivo: «Nunca se llega a ser inmune»

Jueves, 26 de junio 2025, 06:30

El río Tormes sigue su curso, pero la huella de Rubén y el esfuerzo de quienes lucharon por encontrarlo permanecerá en la memoria de Alba de Tormes, y de toda la provincia. «Desde que se activó la alarma el domingo por la tarde, no hemos dejado de buscar. Cada minuto era crucial y la prioridad máxima era encontrar al joven», cuenta emocionado Pedro Martín, uno de los Bomberos de la Diputación de Salamanca que ha participado en las labores de búsqueda y rescate del cadáver del pequeño, hallado sin vida en el río, a su paso por Alba de Tormes tras desaparecer mientras se bañaba el pasado día 22 de junio.

Las labores de búsqueda— en las que participó un amplio dispositivo, entre ellos bomberos de Alba, Villares, Lumbrales y Béjar—, se centraron en una zona concreta del río, pues los indicios apuntaban a un «coladero» en la pesquera, una especie de sifón o remolino creado por un agujero en el cauce. «Por ahí se le había perdido la pista, así que nos centramos en ese lugar», relata Pedro. Según el profesional, ha sido un rescate «complicado» porque es una zona de remolinos y pozas. La climatología tampoco ayudó: «Las tormentas y el caudal del río dificultaron las tareas, por eso reducirlo desde el embalse de Santa Teresa ayudó a controlar el nivel del agua».

El operativo combinó distintas técnicas: búsqueda a pie dentro del cauce, rastreo desde la orilla, uso de embarcaciones tipo zodiac e inmersiones de los buzos. «Ha sido complejo por las corrientes. Había que tener mucho cuidado para que el agua no te arrastrara», según el efectivo. En este tipo de rescates, el tiempo es crucial y la presión psicológica es enorme. «Sabes que cada minuto cuenta y que puede haber una mínima esperanza. Eso pesa mucho», reconoce. Aun así, el equipo mantuvo la profesionalidad y la sangre fría: «Hay que aprender a sobreponerse. Intentas no sacar los sentimientos en el trabajo, pero nunca se llega a ser inmune. Que el dolor no te paralice, aunque es inevitable no empatizar con la familia. En mi caso por ejemplo que soy padre...».

'A veces, hay que respetar el silencio'

Lo prioritario es intentar devolver a las personas una cierta percepción de control y crear un entorno seguro, con muchas comillas, en medio de una situación donde reina la angustia y la incertidumbre». Estas son las palabras de Alberto Andrés, psicólogo y miembro del equipo de Cruz Roja, que intervino en el operativo de rescate del menor desaparecido el pasado domingo en un tramo del río de Alba de Tormes. En coordinación con el 112, Protección Civil y Guardia Civil, el equipo de Cruz Roja aportó su vertiente más humana: la intervención psicosocial con los familiares del menor. «En situaciones de emergencia, todos los que intervenimos trabajamos en equipo por y para una familia. Lo más importante son ellos», explica el profesional. Durante las horas más críticas, el equipo se centró en cubrir las necesidades básicas de la familia y su entorno cercano. Para llegar emocionalmente a una madre o un padre que afronta este tipo de situaciones críticas, el psicólogo pone el foco en los pequeños gestos. «Hay que estar cerca, respetar los tiempos y no invadir. A veces, lo que más ayuda es no decir nada y respetar el silencio». A su vez, recuerda que cada caso es diferente. «No podemos olvidar las singularidades de cada persona y de cada estructura familiar. El principio de humanidad es el que guía todas nuestras intervenciones».

El equipo de Cruz Roja fue también un nexo informativo con el entorno cercano del menor. «La coordinación con Guardia Civil fue clave para que la familia sintiera que estaba informada. Eso ayuda también a calmar esa sensación de incertidumbre». Aunque la intervención de Cruz Roja se concentra en las primeras horas, sus profesionales inciden mucho en la normalización de la situación. «Es habitual que una persona que ha perdido a su hijo se sienta angustiada, con una tristeza muy profunda o que tenga dificultades para dormir. Si el malestar persiste en el tiempo o interfiere en la vida diaria, es cuando recomendamos acudir a profesionales de la salud mental».

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