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El responsable de Bosques Urbanos y Periurbanos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Simone Borelli, ha participado en el congreso nacional del proyecto LIFE Vía de la Plata sobre estrategias de adaptación al cambio climático en Ciudades Patrimonio de la Humanidad, organizado por el Ayuntamiento de Salamanca. «Me parece un trabajo excelente las políticas verdes que se están llevando a cabo en Salamanca. Es un buen ejemplo de como una ciudad con un Patrimonio, también le está dando importancia al papel del patrimonio natural», explica en una entrevista para LA GACETA.
Como responsable de bosques urbanos y periurbanos de la FAO, ¿qué beneficios aportan estos para la vida cotidiana?
—Hay varias categorías de beneficios, los principales son los ambientales: los árboles ayudan a bajar la isla de calor, a mejorar la temperatura en las ciudades y son buenos filtros para bajar el nivel de contaminación. También aportan el beneficio del acceso a espacios verdes y arbolados y mejoran la salud física y mental porque fomentan el ejercicio. Asimismo, ofrecen ventajas de tipo social, pues los espacios verdes aumentan, por ejemplo, la cohesión social. Además, atraen al turismo y ayudan a generar empleo ya que una ciudad verde puede ser un atractivo para grandes inversores, entre muchos otros.
¿Son necesarios los árboles y las zonas verdes para adaptar las ciudades al cambio climático?
—Totalmente. Para mí uno de los temas principales en este momento es el de la isla de calor. Para que nuestras ciudades sean lugares vivibles es muy importante bajar la temperatura porque hay estudios que han demostrado que esas olas de calor que estamos experimentando en Europa están matando a muchas personas. La segunda cuestión es la de las inundaciones. Hay poca lluvia y toda al mismo tiempo. Entonces, si seguimos construyendo ciudades impermeables, vamos a experimentar cada vez más las inundaciones. Y por supuesto son necesarios para el tema de la contaminación, que también es un punto del cambio climático.
¿Cree que las ciudades consideran un lujo impulsar estas políticas?
—Ahí está el problema. Muchas ciudades siguen pensando que los árboles son solo bonitos y no conocen los servicios que aportan. Obviamente, si uno mira al inmediato, posiblemente hacer un centro comercial es más rentable que poner un bosque, pero si miramos a largo plazo para la sociedad, en términos de salud y de bienestar, los árboles en el espacio verde son una inversión muy importante.
¿Dónde deberían ubicarse en las ciudades?
—En Estados Unidos, por ejemplo, están intentando hacer coincidir las plantaciones con los mapas de calor. Entonces, es conveniente colocar los árboles donde las zonas son más vulnerables y más cálidas.
¿Cuántos grados centígrados pueden reducir estos espacios verdes?
—Depende del país, pero la temperatura del aire puede bajar hasta 8 grados. Hay casos de 2 a 8 dependiendo del clima, de la temporada y demás detalles. Si hablamos de la temperatura de las calle y del asfalto, puede ser 30 grados la diferencia físicamente. Pero, por lo general, los planes de las ciudades miran a bajar de 1 o 2 grados.
Ha participado en el congreso LIFE Vía de la Plata, ¿cómo ve las políticas verdes que se llevan a cabo en Salamanca?
—Me parece que Salamanca está realizando un trabajo excelente, es un buen ejemplo de como una ciudad Patrimonio de la Humanidad con una historia muy larga, también le está dando importancia al papel del patrimonio natural, que es otro patrimonio histórico. No solo son las iglesias y los monumentos, sino también el patrimonio natural. Aquí los pastos y las encinas, por ejemplo, son una parte muy importante del crecimiento en términos de economía, pues la bellota es esencial en la alimentación del cerdo ibérico.
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