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TERRAZAS DEL BARRIO

«Cuando Shakira entró por la puerta, nadie le pidió una foto, parecía una más»

En pleno corazón del polígono de los Villares, el Restaurante Majoa, que fue visitado por la cantante colombiana hace años, ofrece un refugio perfecto para quienes buscan pausa y buena comida para combatir el calor

Elena Martín

Salamanca

Jueves, 10 de julio 2025, 11:43

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Con la llegada del verano, también entran en escena los días largos, el calor que aprieta y esas ganas de encontrar un rincón donde hacer una pausa, respirar y disfrutar. En pleno polígono de Los Villares, hay un lugar donde todo eso se une de forma natural: la terraza del Restaurante Majoa.

A cualquier hora del día, este espacio ofrece ese respiro que tanto se agradece cuando suben los grados. Desde primera hora de la mañana, el ambiente ya empieza a caldearse (en el mejor sentido): cafés recién hechos, zumos fríos y desayunos al aire libre dan la bienvenida a una nueva jornada en la que, a mediodía, los menús caseros se sirven con rapidez y buen gusto, acompañados de refrescos bien fríos, cañas tiradas como se debe, limonadas o tintos de verano que animan la conversación y el apetito.

Y, cuando cae la tarde, esta terraza se transforma en punto de encuentro para trabajadores del polígono, vecinos, la gente joven del gimnasio de al lado... Todos ellos tienen claro que Majoa es ese sitio donde se está bien. Ya sea para tomar algo fresco, picar algo en buena compañía o simplemente relajarse, el ambiente invita a quedarse.

Pero Majoa no solo tiene una terraza con encanto y buena comida: a lo largo de estos 30 años, ha recibido visitas especiales que forman parte de su historia, como la propia Shakira, que pasó por allí sin hacer ruido, pero dejando un recuerdo imborrable para quienes estuvieron ese día tras el mostrador del restaurante.

Imagen de la terraza del Restaurante Majoa.
Parte de la decoración taurina que tiene el restaurante.

Y es que, en Majoa, la comida sabe a cocina de siempre, con especialidades como los asados en horno de leña o las carnes a la brasa, que huelen a tradición y se disfrutan sin prisas. A todo eso, se suma lo que realmente convierte a este lugar en algo especial: su gente, su trato cercano y esa sensación de estar como en casa.

Fundado hace 30 años por Manolo, José y Adolfo —de ahí su nombre: Majoa—, el restaurante ha evolucionado con los tiempos sin perder la esencia de sus raíces. Hoy, María de la Consolación Martín mantiene con mimo este proyecto, que es más que un negocio: es un pedazo de vida.

«Pensé que nunca podría sola, pero aquí estoy. Cada día que pasamos aquí es una superación», confiesa emocionada María. «Aquí nos dedicamos a preservar y realzar los sabores auténticos de la cocina casera», añade con orgullo la dueña de Majoa.

Tras varias décadas 'sobreviviendo', María asegura que lo que hace especial a esta terraza no es solo la comida o las bebidas, sino también la gente que la frecuenta y el ambiente que se crea en ella. «Tenemos de todo: desde gente a la que le gustan los toros —por eso la decoración tiene fotos y recuerdos taurinos— hasta quienes simplemente quieren pasar un rato tranquilo en nuestras inmediaciones. Aquí cabe todo el mundo», asegura.

Y lo mejor es que, en Majoa, tampoco faltan anécdotas curiosas. «Hemos tenido visitas especiales, como la de Shakira o el torero Julio Robles, que es un nombre que también se respira en el restaurante», recuerda con una sonrisa, hablando además de la humildad que se respira entre sus cuatro paredes: «Lo mejor es que nadie les dijo nada. Estaban aquí como uno más».

Ahora, después de tanto tiempo de responsabilidad y trabajo, para María lo que realmente hace única a su terraza es la hospitalidad. «Lo que más me llena es el trato con los clientes. Intento que todos se sientan bien atendidos y a gusto, porque, para mí, eso es lo fundamental», afirma.

De hecho, al hablar de los retos de la hostelería actual, como la dificultad para contratar personal joven o los cambios en los horarios, lo tiene muy claro: la esencia de Majoa sigue intacta. Nada ha cambiado. «Son ocho años sola, pero cada día que estoy aquí es una superación. Lo importante es seguir, ofrecer un lugar limpio, con buena atención y un ambiente agradable...», añade.

Y es que, aunque el camino no siempre ha sido fácil, Majoa mantiene firme su compromiso con su clientela. «Procuro mantener todo en orden, limpio y bien atendido. Eso es lo que hace que la gente siga viniendo», dice María con orgullo.

Para este verano, ir a Majoa no es una opción. Es una obligación. Porque allí, el verano no solo se basa en la comida y la bebida. Majoa es el sitio perfecto para encontrar frescura, buen rollo y esa sensación de estar en casa.

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