Richy Castellanos: el salmantino amigo de los famosos

El de ayer era un día marcado en rojo en la agenda de Ricardo Castellanos Ramírez (Madrid, 11 de septiembre de 1968). Era la fecha en la que volvería a visitar su «adorada» Salamanca, la tierra de sus antepasados y una ciudad que la hace soñar. Con más de 3.500 eventos a sus espaldas, Richy, como todo el mundo le conoce, tiene ADN charro. Su abuelo Florencio, al que todo el mundo llamaba «El Chaval», fue asesor, representante y uno de los mejores amigos de Rafael Farina y su padre, Ricardo también, hizo algunos pinitos en el mundo de la Tauromaquia sin llegar a despuntar. En esta familia creció Richy Castellanos, que con ocho años, junto a Diego «El Cigala», sobrino de Farina, ya se buscaban la vida en el Madrid más castizo cantando y pasando la gorra.

Ayer, a las 7 en punto de la mañana, Richy partía de Madrid junto a dos grandes amigos, Julio y Juan, con destino a Salamanca. Para la ocasión: tejanos, zapatillas marrones, calcetines verdes, chupa vaquera y una camiseta blanca con una foto suya con Messi y Maradona, «los dos más grandes». Aquí tenía concertada una entrevista con el alcalde, Carlos García Carbayo, en la que además de presentarse le daría a conocer que está a disposición de la ciudad para trabajar. Antes se pasó por LA GACETA.

«Quiero devolver a Salamanca el cariño que mi padre y mi abuelo me han transmitido por esta ciudad». Esas fueron sus primeras palabras en la redacción del periódico antes de mantener una charla de una hora repleta de anécdotas y guiños a la ciudad, de la que dijo: «Quise ser futbolista y mi ídolo era Joao Alves, también D' Alessandro, al que acabo de poner un mensaje diciéndole que estaba de camino a la ciudad». Como las cosas en el verde no le fueron como esperaba, se decantó por el mundo del espectáculo y se puede decir que ahora mismo es uno de los organizadores de eventos más importantes del mundo. En su mochila, los logros de haber conseguido romper el silencio del Rey Emérito en Abu Dabi, organizar el vídeo del 80 cumpleaños de Julio Iglesias con 450 mensajes de famosos, o participar en las películas de la serie Torrente de Santiago Segura, a quien Richy considera «un hermano».

Entre anécdota y anécdota, Richy se ponía serio y dejaba algunas de las claves de su éxito: «Soy tenaz, sin par y solo hacer las cosas bien o muy bien. Me anticipo al gusto de los famosos, les conozco y les consigo las cosas antes de que me lo pida, Eso se aprende en la carrera de la calle», señalaba. «Me eligen porque saben que no fumo, no bebo y tampoco voy al baño, saben que soy un tipo que me cuido y que respondo. Estoy igual que hace 30 años y soy infalible», indicaba con ese punto chulesco que hace que a los madrileños les llamen gatos.

En casi cuatro décadas en la profesión, Richy Castellanos no tiene reproches para nadie. Todos son «grandes amigos», «fenómenos», «hermanos»... habla de quien le contrata con un respeto bárbaro y cuida a su agenda de teléfono: «El único número que me falta es el tuyo, Marino», decía para evitar tener que contestar a la pregunta del millón: ¿con qué famoso le gustaría trabajar? En el caso de Richy se cumple la máxima de que vale más por que calla que por lo que habla. Y todo, a pesar de que no entiende los silencios en una conversación.

En sus 56 minutos de charla en LA GACETA, su móvil no paró de recibir wasaps: Josema Yuste, Manu Tenorio, Javier Castillejo... un buen puñado de mensajes que contestará religiosamente durante su estancia en Salamanca. Mientras tanto ya piensa en sus próximos eventos, el más cercano con Ana Obregón y la fundación Aless Lequio. Quién sabe si pronto organizará pregones o galas en Salamanca.

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