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Ricardo Merino valora ahora más sus días desde que sufrió una parada cardiaca. Actualmente, ejerce como presidente de la asociación de jubilados del barrio de Chamberí y disfruta de la vida con su mujer, a la que conoció en su pueblo cuando eran jóvenes.
¿Cómo fue su infancia?
Yo nací en un pueblo de la provincia, en Los Santos. Tuve un a vida en el pueblo, como eran las de antes. Con diez años me fui a estudiar a Béjar, donde viví con mi tía, así que iba al pueblo los fines de semana o cuando tenía vacaciones. Lo peor que nos pasó a los niños de mi época que vivíamos en el pueblo fue la temporada de las fresas, en la que nos teníamos que levantar a las cuatro y media de la madrugada para ir a recoger fresas. Era una cosa buena porque daba muchas ganancias, pero para lo que nos tocaba trabajar, como a mí, que tenía diez años, era un gran esfuerzo.
¿Hay algo que le haya marcado a lo largo de su vida?
Hace unos quince años me dio una parada cardiaca, como un síncope. Estuve diez minutos “muerto”, sin consciencia. Recuerdo que me iba a montar en el coche y de repente me desperté en una habitación de hospital, con el médico al lado. Pienso muchas veces en ese momento y que podía no haberme salvado. Ha habido en algún momento en el que también he pasado miedo, porque tengo un aparato en el corazón y alguna vez he pensado que fallaba.
¿Se arrepiente de no haber hecho algo en el pasado?
Lo único que pienso ahora mismo es en vivir lo mejor que pueda lo que me quede. No pienso en lo que podía haber hecho.
¿De qué ha trabajado?
Pues contando lo que tuve que ayudar a mis padres en el pueblo cuando era pequeño con las vacas y a segar, estuve en la mili, que me tocó irme a Almería. Recuerdo que mi último día, el que me licenciaba, era el 24 de febrero de 1980, un día muy triste y de los peores después de lo que pasó el día anterior. También estuve trabajando algún verano en Mallorca como recepcionista en un hotel y ya después me asenté unos años trabajando en obras de autovías y carreteras en Valencia.
¿Cómo es su rutina a día de hoy?
Me gusta estar en mi casa, darme algún paseo y tomarme un café. Además, al ser presidente de la asociación de jubilados de Chamberí también paso muchas horas allí, aunque es algo que me entretiene y me hace feliz. Al principio me daba vergüenza decir que trabajaba aquí, pero la verdad es que disfruto mucho de mis días aquí, organizando actividades para otros jubilados.
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