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Reyes Monforte presentó este miércoles en Salamanca “La violinista roja” LAYA
Reyes Monforte, escritora con raíces salmantinas: “Siempre digo en broma que soy la embajadora del farinato”

Reyes Monforte, escritora con raíces salmantinas: “Siempre digo en broma que soy la embajadora del farinato”

Su libro “La violinista roja” se ha situado entre los más vendidos y cuenta la historia de África de las Heras, una “James Bond a la española”

Jueves, 2 de junio 2022, 11:48

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Reyes Monforte, que ha situado “La violinista roja” entre los libros más vendidos, se vio este miércoles con lectores de Salamanca.

–¿Este tipo de encuentros con los lectores da sentido al trabajo del escritor?

–En mi caso, me alegra mucho. El trabajo del escritor es solitario: estás dos años escribiendo tu novela, no quieres ver a nadie, que nadie te hable, que todo sea silencio y todo gira en torno a la novela. Y cuando empiezas a presentar el libro ante los lectores es como si hubieras guardado un secreto durante dos años y lo compartes con todo el mundo. En Salamanca he pasado mi infancia, los veranos, las navidades, las vacaciones... Tengo mi mochila emocional: mi madre es de Vitigudino.

–Tiene raíces salmantinas.

–Siempre digo en broma que soy la embajadora del farinato en el resto de España. A mí me encanta, no sé si porque lo comía de pequeña, y cuando llegas a Madrid, Barcelona, Sevilla... me toca explicar qué es el farinato.

–“La violinista roja” recorre todo el siglo XX y que se convierte en la mejor espía de la KGB.

–Cuando descubrí que África de las Heras, una española nacida en Ceuta en 1909, se había convertido en la espía soviética más importante de la Unión Soviética, en la reina de la KGB, aluciné. Los grandes espías soviéticos dijeron que fue la mejor de todos ellos. Es la más condecorada por la Unión Soviética y una de las pocas mujeres que lograron el grado de coronel de la KGB, algo que me sorprendió muchísimo porque ella nació en una familia acomodada de militares. Se casó la primera vez con un capitán de la Legión, con quien tuvo un hijo. Y pasar de tener un destino escrito junto a un capitán de la Legión a convertirse en la espía soviética más importante de la KGB, fue dar un giro de 180 grados a su vida.

–¿Fue fría y calculadora?

–Sí. Y una gran actriz. Ni siquiera sus maridos, con los que se casó porque Moscú se lo pidió, sospecharon de ella en 50 años de espía. Ni la descubrieron ni sufrió ninguna purga estalinista, como sus compañeros o superiores que terminaron ejecutados o detenidos en la Lubianka o enviados al Gulag. Era fría, calculadora y anteponía sus ideales a tener una vida normal, a su propia familia, a su país e incluso a la memoria de su hijo muerto. Tuvo mil caras: cuando estuvo en la checa de San Elías fue interrogadora: los detenidos la veían llegar tan guapa, tan joven, tan sonriente y luego se encontraban al verdadero demonio porque era muy cruel y sanguinaria. Le daba lo mismo matar que torturar con tal de obtener información. El mejor espía es el que nadie sabe que existe y su nombre no se conoció hasta después de muerta.

–¿Hay retratos de ella?

–En 2019 Rusia emitió un sello conmemorativo. Ahora hay imágenes de ella, pero en su día no. En los despachos de la CIA se decía: “¿Quién demonios es esta mujer?”. No sabían ni de qué nacionalidad era: solo sabían que había una espía soviética que llegaba diez minutos antes que ellos y les desbarataba las misiones, los operativos, y no podían ir tras ella porque no sabían quién era, ni dónde estaban, ni cómo localizarla. Que toda la CIA estuviera pendiente de una espía soviética que, además, era española nacida en Ceuta parece ficción.

–¿Se hizo espía por amor a Ramón Mercader?

–No se sabe si por Ramón Mercader, el asesino de Trotski, o por la madre de Ramón, Caridad. Ella ya venía calentita de Madrid: cuando se divorció y murieron su hijo y su padre fue a Madrid con su madre. Se hospedaron en una pensión y la dueña tenía un hermano del Partido Socialista y la UGT. Con él tuvo una pequeña aventura sentimental y fue él quien le abrió el gusto por la lucha obrera y la lucha de clases. Con él hizo su primera salida a la Revolución de Asturias y luego a la Guerra Civil. Luego, en la checa de San Elías conoció a Ramón Mercader, un amor que le duró toda la vida, y a los emisarios de Stalin, que la captaron para la inteligencia soviética y la mandaron a la casa de Frida Kahlo en Coyoacán (México), que era donde vivía Trotski exiliado. Se hizo pasar por María de la Sierra, la secretaria y la traductora de Trotski, cuando en realidad formaba parte del operativo para matar al gran enemigo de Stalin, que era Trotski.

–Saltó en paracaídas en Ucrania para luchar contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

–Era operadora de radio y recorrían distancias kilométricas todos los días con su pequeña radio en una maletita que tenía forma de estuche de violín. Hasta que llegaban a un punto seguro para emitir informes secretos a Moscú e interceptar los mensajes secretos del enemigo.

–Siguió activa después de la Segunda Guerra Mundial

–Enamoró al escritor uruguayo Felisberto Hernández, un declarado anticomunista y enemigo de Stalin. Desde Uruguay, haciéndose pasar por modista de alta costura, logró organizar la mayor red de espías soviéticos que durante 20 años operó en todo el mundo. África de las Heras estuvo en todos los escenarios posibles del siglo XX y conoció a la crème de la crème. Es la James Bond a la española.

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