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«Vivimos una realidad compleja y dolorosa y queremos ayudar a restaurar las vidas rotas». Carmen Calzada lleva al frente de Cáritas Diocesana de Salamanca mucho tiempo y no observa cambios radicales que hagan cambiar la situación. Al reves, observa cómo los casos se cronifican. «Tras la pandemia, la guerra de Ucrania, la crisis migratoria de millones de refugiados y la inflación han aumentado las tasas de exclusión», señaló a modo de recordatorio sobre las personas que se están quedando «al margen de todo».
Sobre todo incidió en el problema de la vivienda, una de las situaciones que Cáritas ha tenido que intervenir con más prestaciones tanto el año pasado como en la actualidad: «Las familias se quedan sin poder acceder o permanecer en la vivienda porque ha pasado de ser un derecho a un lujo. Elegir entre pagar un lugar donde vivir o comer es una constante diaria», lamentó Calzada que recordó que «nadie quiere terminar en la calle».
Y es que la directora de Cáritas reflejó que el principal gasto de las familias ya sean trabajadoras con empleos precarios o personas sin ingresos es el pago de la vivienda y los suministros que han aumentado por el encarecimiento del precio de la energía. En este sentido, también incidió en el desempleo superior a un año y el empleo precario. «Poco tiempo trabajado y poco salario», añadió.
Todas estas situaciones, según recordó a modo de balance, han provocado un aumento de los problemas de salud mental de forma «alarmante» y de «adicciones». «Cada vez hay más deterioro psicosocial con más dificultad para salir hacia adelante», incidió.
Los perfiles de atención más habituales son personas solas, inmigrantes en situación irregular o con protección internacional, «en este caso, huyen de la violencia extrema, y viven en irregularidad administrativa». Asimismo, destacó otra problemática actual que se centra en la brecha digital, «como nueva brecha social».
Por su parte, el obispo de la Diócesis de Salamanca, José Luis Retana, felicitó a Cáritas por su 60 aniversario en Salamanca y consideró que la realidad actual «nos sobrepasa». «Hay dos tipos de personas: los que se hacen cargo del dolor y los que pasan de largo», puntualizó el pastor diocesano. El prelado invitó a la Iglesia diocesana, «a mirar con los ojos del corazón para descubrir en todos la bondad, la belleza, e implicarles con la caridad de los que sufren». Y añadió que es una oportunidad, «para mirar y ver a los que nadie quiere ver».
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