El rector reconoce el honoris a Nadal como «un Grand Slam» y abre la puerta a la colaboración en proyectos deportivos con el tenista
Ricardo Canal fue el encargado de hacer la laudatio: «La verdadera victoria no es levantar una copa, sino levantarse una y otra vez»
El rector, Juan Manuel Corchado, ha destacado en su discurso tras la incorporación de Nadal al Claustro de Doctores que supone «un orgullo y una responsabilidad compartida», al vincular la imagen del tenista con valores como el esfuerzo, la superación y la excelencia. «El doctorado honoris causa es la mayor distinción que concede la Universidad; digamos, en términos tenísticos, que es un Grand Slam», afirmó.
Corchado ha recordado que Nadal ha demostrado una capacidad única de resiliencia frente a la adversidad, «la constancia y la excelencia en su nivel máximo, esa excelencia que la Universidad procura alcanzar en todas sus acciones». También ha evocado la influencia de Toni Nadal, tío y exentrenador del campeón, cuyas enseñanzas —«aunque la posibilidad sea mínima, hay que luchar hasta el final»—, dijo, son extrapolables a la vida universitaria.
El rector ha elogiado la formación recibida por Nadal en el ámbito familiar, subrayando que sus padres le inculcaron humildad y respeto, pese a sus hazañas deportivas. «El mejor tenista de la historia se incorpora hoy a nuestro Claustro de Doctores», concluyó Corchado, quien expresó su deseo de que la colaboración con Nadal se traduzca en proyectos vinculados a la educación y el deporte.
El profesor Ricardo Canal ha calificado como «un honor y un privilegio» pronunciar la laudatio en la investidura como doctor honoris causa de Rafael Nadal. Ha expresado su agradecimiento al Consejo de Gobierno y al Claustro de Doctores, así como a la Facultad de Educación y Psicología, en un acto que ha definido como «un momento relevante y muy emotivo para nuestra universidad».
Durante su intervención, ha destacado la trayectoria de esfuerzo, superación y excelencia de Nadal, subrayando que «el conocimiento y el saber no son patrimonio exclusivo de nadie, ni siquiera de la Universidad. La Universidad es depositaria y mediadora, pero nunca su dueña». Ha recordado, además, que este principio inspiró reformas como el Plan de Bolonia y el aprendizaje a lo largo de la vida.
Canal ha señalado que en Nadal «el saber se multiplica en múltiples formas de excelencia: esfuerzo, sacrificio y humildad son también formas de conocimiento». En este sentido, ha aludido al Premio Príncipe de Asturias y a otras distinciones que reconocen no solo sus títulos, sino «cómo los ha conseguido». Ha citado al propio tenista al recordar que «el talento solo no es suficiente, sino mejorar cada día como jugador y persona», y que «he aprendido a disfrutar sufriendo», expresión que ha definido como una auténtica pedagogía de la resiliencia.
Asimismo, ha resaltado que Nadal ha sabido afrontar la adversidad con humildad, sin que su fuerza anulara nunca el respeto al rival ni la gratitud, valorando tanto las derrotas como las victorias. Una actitud que también ha trasladado a su compromiso social a través de la Fundación Rafa Nadal, que apoya a menores en situación de riesgo en el ámbito académico, deportivo y psicosocial, y con gestos solidarios en momentos críticos como las inundaciones de Mallorca o la pandemia.
Para Canal, estos valores —humildad, compromiso, disciplina— «renuevan y actualizan la herencia de la Escuela de Salamanca poniéndola al servicio de la actualidad». Ha recordado que aquella escuela defendió con radicalidad la dignidad del ser humano y supo ejercitar una razón crítica, principios que hoy se reflejan en la carrera del tenista. «Su manera de entender el deporte es, en sí misma, una forma de reconocer y afirmar la dignidad de la persona», afirmó.
El profesor ha concluido señalando que la incorporación de Nadal al Claustro de Doctores de la Universidad de Salamanca es un recordatorio de que «el conocimiento y la excelencia no pertenecen solo a las aulas, sino también a la perseverancia, la humildad y el compromiso social». Y cerró con una frase que condensó el espíritu de la laudatio: «La verdadera victoria no es levantar una copa, sino levantarse una y otra vez».