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La salmantina Dori Martín lleva toda la vida detrás del mostrador de su quiosco portátil situado en una esquina de la Plaza Mayor. Rodeada de prensa y revistas de lunes a domingo, desde bien jovencita asumió que tenía que continuar el legado de su padre, Andrés Martín, que fundó este negocio en el año 1945. «Comencé a ayudar a mi padre en el quiosco cuando todavía iba al colegio, desde los catorce años. Cuando él se jubiló, nos hicimos cargo del negocio mi marido Fermín y yo», explica a este medio.
Desde su enclave privilegiado, la quiosquera ha presenciado cambios sociales y acontecimientos de todo tipo en el ágora. Junto a ello, su trabajo le ha permitido conocer a grandes personalidades de nuestro país que, además, han adquirido prensa o revistas en su establecimiento. «La visita que más ilusión me hacía era la de Concha Velasco. En muchas ocasiones iba a actuar al Liceo y pasaba antes por aquí, era muy agradable y humilde, tengo muy buen recuerdo. También han pasado por aquí la duquesa de Alba o el actor Arturo Fernández», explica.
La aventura que la responsable del negocio y su marino comenzaron juntos al inicio de su vida en común, cambió de rumbo hace 18 años. Dori tuvo que afrontar el repentino y doloroso fallecimiento de su marido y, sin pensarlo dos veces, se aferró a su negocio y continuó al frente de él con la ayuda de sus hijos. «Fermín murió muy pronto y ha sido el golpe más fuerte de mi vida. Todo el mundo le tenía mucho cariño. Mis tres hijos me ayudan con el negocio y me echan una mano siempre que pueden. Tengo mucha suerte, son muy responsables y buenos conmigo», asegura.
Nada más y nada menos que 365 días consecutivos regalando sonrisas durante décadas, el quiosco de Dori nunca cierra. Esto hace que haya conseguido crear vínculos muy especiales con algunos de sus clientes. Martín conoce ya sus gustos, se preocupa por cada uno de ellos y sus familias y demuestra que la apuesta por los comercios locales es más necesaria que nunca porque el trato individualizado se convierte en un valor añadido. «Me encanta mi trabajo. No me importa estar aquí muchas horas, con frío, con lluvia o con viento. Estoy muy a gusto aquí y estaré hasta que pueda y me lo permita la salud», explica.
Entre papel y tinta, Dori Martín ha forjado su historia, la de toda una vida. Junto a ello, sus clientes saben muy bien que detrás de esa asombrosa montaña de prensa y revistas siempre habrá una buena amiga.
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