«Quiero que el DA2 sea parte de la vida cotidiana de los salmantinos»
Comenzó su trayectoria profesional en el centro salmantino en el 2004 y vuelve con energías renovadas tras una pausa
M.B.
Lunes, 22 de septiembre 2025, 19:08
Tras más de veinte años en el DA2, Tate Díaz ha vuelto a ponerse al frente del centro, después de un paréntesis de catorce meses. Ha vuelto con ganas renovadas, convencida de que el verdadero reto no es solo elaborar una buena programación, sino que es también importante acercar el arte contemporáneo a la ciudad y garantizar que el proyecto sea sostenible, tanto artística como económicamente, con vistas al futuro.
¿Después de dos décadas al frente del Domus Artium, ¿qué significó parar durante más de un año?
—Fue un momento muy necesario. Uno se mete en la vorágine de la gestión diaria, en la presión de programar, producir, resolver, y a veces hace falta parar, tomar aire y ganar perspectiva. Fueron catorce meses en los que desconecté, he reflexionado y me ha permitido ver el proyecto desde fuera. Cuando he vuelto ahora lo he hecho con energías renovadas, con otra mirada y con la convicción de que todavía quedan muchas cosas por hacer.
¿Qué ha supuesto en su trayectoria estar tan vinculada a un mismo espacio?
—Para mí ha sido un viaje apasionante tanto a nivel personal como profesional. Llegué en 2004 como auxiliar de exposiciones y fui aprendiendo en cada puesto hasta llegar a la responsabilidad actual. He tenido la suerte de convivir con artistas de primer nivel, de vivir exposiciones únicas y, al mismo tiempo, de acompañar a creadores locales en sus primeros pasos. El DA2 ha sido mi casa pero también mi escuela.
El arte contemporáneo no siempre es fácil. ¿Cómo acercarlo a la ciudadanía?
—Ese es, sin duda, el gran reto. El arte contemporáneo utiliza lenguajes que a veces incomodan, que no se comprenden de inmediato. Pero precisamente por eso es tan necesario. Creo que la clave está en la mediación, en acompañar y dar contexto. Quiero que el DA2 sea parte de la vida cotidiana de los salmantinos, que lo sientan como suyo, que no sea un lugar extraño, sino un espacio de encuentro, de conversación y de convivencia.
¿Cuáles son esas exposiciones que todavía recuerda con emoción?
—La de Christian Marclay fue un lujo irrepetible, y la de Judith Barry supuso un reto de producción que nos obligó a crecer como equipo. Pero me emocionan igual los proyectos que nacen de aquí, como Miradas o las convocatorias públicas. Al final lo importante no es solo traer grandes nombres, sino también apoyar el talento que se genera en Salamanca y Castilla y León.
Después de todo este tiempo, ¿ qué le gustaría que quedara de su paso por el DA2?
—Que se recuerde como una etapa en la que el museo se abrió más a la ciudad, en la que los salmantinos lo sintieron cercano. Para mí lo importante no son solo las grandes exposiciones, sino que la gente lo incorpore a su vida, que lo vea como un espacio natural de cultura. Eso es lo que me gustaría aportar en esta nueva etapa.
¿Un mensaje final para quienes aún no se han acercado al Centro de Arte Contemporáneo?
—Que vengan sin miedo. Que no piensen en si lo van a entender o no, porque el arte contemporáneo no siempre es inmediato. Que se permitan descubrir, dejarse sorprender. Igual que vamos al cine a ver películas diferentes, o al teatro sin saber qué nos espera, el DA2 es un lugar donde vivir experiencias. Es su casa también, y me encantaría que Salamanca lo sienta así.