La preocupación vuelve a los pipicanes salmantinos tras encontrar trozos de carne en un parque de Pizarrales

Preocupación entre los dueños de perros tras los recientes sucesos relacionados con presuntos intentos de envenenamientos de mascotas en algunas zonas verdes de la ciudad. La primera alarma se disparó a principios de este mes cuando vecinos del pipicán de la avenida Salamanca advirtieron la presencia de salchichas presuntamente envenenadas. Además, una familia denunció que dos de sus mascotas se habían visto afectadas por alguna sustancia tóxica con la que supuestamente habrían entrado en contacto en dicho parque para perros. El suceso se saldó con el fallecimiento de uno de los perros.

El Ayuntamiento procedió a clausurar el recinto para realizar una investigación. Días después, tras comprobar que no había restos de veneno, procedió a reabrirlo al público. Sin embargo, la noticia no ha sido lo suficientemente tranquilizadora para los usuarios de los pipicanes que ahora se piensan dos veces antes de entrar en estos parques. «De momento estamos evitando meterla en cualquier pipicán porque nos preocupa lo que pueda pasarle», cuentan Pilar Paredero y su marido, dueños de una perra.

A este ya suficientemente preocupante caso, esta semana se ha sumado una nueva sospecha de intento de envenenamiento en el barrio de Pizarrales, tras detectarse unos trozos de carne en un parque. Hasta el momento, el Consistorio mantiene abierta la investigación para determinar si el alimento podría contener sustancias nocivas para la salud de los animales.

Una situación que no es la primera vez que ocurre en la ciudad. Ya en ocasiones anteriores se han dado casos similares que se saldan con la muerte de alguna mascota y sin hallar ningún responsable a la vista. «Es cada dos por tres. Cada tantos meses se escucha algún caso similar y dicen que lo van a investigar, pero nunca aparece el culpable y a la gente se le va olvidando hasta que vuelve a pasar», relata Lucía Barreto, una vecina de Capuchinos usuaria de varios de los pipicanes de la zona. Destaca que para ella y muchas otras personas este tipo de servicio es esencial. «Los perros necesitan jugar y correr. Sobre todo aquellos que viven en edificios porque acumulan mucha energía durante el día y necesitan tener la oportunidad de desahogarse. Yo intenté evitar los pipicanes después de que salió la noticia, pero para mí es imposible», comenta la salmantina.

Una opinión en la que coincide Romina Domínguez, otra usuaria de los parques para perros del barrio. «La idea es que los pipicanes sean lugares para que los animales puedan correr y jugar seguros. Para que tú lo sueltes y te quedes tranquila. Ya no. Ahora vas asustado y tienes que estar pendiente todo el tiempo de qué está haciendo», critica la salmantina, que considera que es necesario una mayor vigilancia para evitar estas acciones delictivas. «Sé que es difícil, pero un poco de videovigilancia estaría bien para ver si damos con los culpables», insiste.

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