«Lo que pasa en Jumilla no es un problema de inmigrantes ni de religión»
El párroco Emiliano Tapia y el musulmán Abdel Abdallah ofrecen su punto de vista sobre temas que parece que los pueden poner en contra, pero con lo que también pueden llegar a un punto en común.
Desde religiones diferentes, con ritos y con culturas vistas desde distintas perspectivas, el párroco Emiliano Tapia y el musulmán Abdel Abdallah se han sentado a la mesa para tratar los aspectos que parece que los pueden poner en contra, pero con lo que también pueden llegar a un punto en común.
¿Cómo valoran todo lo que está pasando en Jumilla?
Abdallah Bouichou—La verdad es que la gente que crea estos problemas, no sé qué interés tiene. No sé qué interés tienen algunos partidos políticos. Hay una ley y la ley está por encima de todos. Si uno de nosotros no la acepta, tiene que responder ante la ley. Hay partidos que hacen lo que les da la gana generando racismo, odio, y nadie les dice nada. Eso no lo entiendo. Nadie pone las cartas encima de la mesa. Mientras nadie les ponga un límite, ni les llame la atención, van a seguir. El problema de lo que está pasando aquí no es de inmigrantes, no es de religión, el problema es de injusticia social.
Emiliano Tapia—Yo estoy en absoluto desacuerdo con esos planteamientos y eso no es más que utilizar ciertas situaciones que además, en la mayoría de ellas, son provocadas. ¿Para qué? Para intentar hacer saltar por los aires los derechos sociales fundamentales de todas las personas, sean de donde sean. A mí me parece que este es el gran objetivo. No estamos precisamente en un momento donde los derechos sociales estén de moda.
¿Qué es la religión para ustedes?
A.B.—Es un sentimiento que vive cada persona. Yo lo vivo de una manera y otro musulmán lo puede vivir de una manera diferente a cómo lo hago yo.
E.T.—La religión es una parte muy importante de cualquier ser humano. Es decir, a mí me parece que, cualquier ser humano tiene dentro de él una dimensión religiosa muy importante. Otra cosa es ser capaz de expresar ese sentimiento religioso a través del Islam, del Catolicismo o de la religión que sea. La espiritualiadad es lo que se expresa a través de la religión, y es algo propio de todos los seres humanos. Es el sentido más hondo del ser humano. La religión es un sentimiento que vive cada persona de una manera. Otra cosa es que estén intentado utilizar la religión como una herramienta que haga saltar todos los logros sociales que una sociedad como la nuestra.
¿Creen que se asocia en ocasiones la inmigración con la religión?
A.B.—El problema de la inmigración no está en la religión. Por ejemplo, en uno de los problemas más actuales, la guerra en Palestina, la mayoría de la gente no sabe que en Palestina no son todos musulmanes. Hay cristianos. Los musulmanes árabes en el mundo son un 14 %. En Palestina, hay tantos cristianos como musulmanes que tienen el mismo problema allí. Es más, tampoco es el problema de inmigración. Muchos de los inmigrantes que vienen hoy en día, son los que luego trabajan en el campo o ayudando a las personas mayores.
E.T.—A mí me parece que el problema que estamos viendo hoy, todo este conflicto, que está queriendo ser lo que mueve muchas de las cosas de nuestra sociedad, se están particularizando en el Islam o se están particularizando en un enfrentamiento en concreto. A mí me parece que el problema está en buscar cuáles son las razones por las cuales eso está apareciendo en nuestra sociedad. Me parece que el problema no es el de la inmigración y mucho menos el de una religión. Yo creo que hay dos grandes problemas. Uno de ellos es la desigualdad en el mundo y otro es el de la violencia en el mundo. Estas son las dos situaciones sobre las cuales hay que poner el foco de lo que está aconteciendo y todo lo que está ocurriendo. Me parece que, lo que hay detrás de esto es un intento de cuestionar la Carta de Derechos Sociales sobre la que se ha construido Europa. Lo que tenemos que hacer es, desde un montón de colectivos, facilitar esa acogida a quienes vienen huyendo de un conflicto. Tenemos que escucharnos todos.
En cuanto a la gente joven de ahora, ¿creen que están dejado la religión en un segundo plano?
A.B.—A nuestro jóvenes los tenemos 'enganchados' a la religión. Prueba de ello es que, en la mezquita por ejemplo, ves a mucha gente menor de 30 años. A la gente joven la intentas atraer para salvarlos de la calle, salvarlos de las drogas. En los países que no son desarrollados como Europa, esta gente todavía mantiene sus costumbres, y cuando decimos costumbre, nos referimos a la religión. Por ejemplo, cuando voy en Marruecos, un viernes, puedes ver una mezquita de tres mil, cuatro mil, cinco mil, no entra la gente y se ponen a rezar fuera. Esto cuando lo nota la gente, la juventud, que crece con eso. Lo absorben como una esponja.
E.T.—Mi generación y la anterior a la mía, no hemos sabido transmitir esta experiencia de la espiritualidad y la experiencia religiosa a las generaciones jóvenes. En la gran mayoría de las generaciones jóvenes hay una ausencia total de experiencia religiosa y de experiencia espiritual. Y a mí esto me preocupa, no hemos sabido transmitirlo, pero no es problema de los jóvenes, es problema de nuestras generaciones que no hemos sabido hacerlo. Lo que me preocupa, no es tanto la dimensión ritual y puramente cultural de la religión, cuando lo importante no es ni el rito ni el culto, sino que lo importante es la dimensión espiritual y la dimensión profundamente religiosa.
¿Cambiarían algo de su propia religión?
A.B.—No cambiaría nada. Lo único qu se necesita es respeto y aceptar la otra cultura. El problema no lo hace un musulmán ni un cristiano. La gente que crea los problemas es la que no cree en nada.
E.T.—Nuestra cultura occidental, en nuestra cultura europea, hemos caído en la trampa del consumo total. Es decir, la máxima aspiración del ser humano es la apariencia, el poder. Esto nos ha llevado a una sociedad donde ha quedado mucha gente tirada en el camino. Y esto no hemos sabido contemplarlo. Muchas veces lo que hemos transmitido es un Dios que castiga. Un Dios en donde somos los primeros, los mejores, los cristianos. Una de las cuestiones es que tenemos que avanzar hacia el descubrimiento de lo que realmente pertenece al ser humano.Y lo que pertenece al ser humano es una espiritualidad honda y profunda de ese ser humano que es hermano. Tenemos que trabajar en la acogida y en la solidaridad. Lo que tenemos que hacer es abrir nuestros espacios, para acogernos. Es el único camino que ha construido por el bien de todos.
¿Cómo ven la situación actual de la comunidad musulmana en Salamanca?
A.B.—Salamanca es una ciudad donde hay menos problemas de lo que estoy viendo por ahí. Parte de ello es gracias a la sociedad española, que está acostumbrada a recibir extranjeros. Y gracias a las iglesias, al trabajo que están haciendo, y gracias a lo que estamos también enseñando a la gente en nuestro culto, sobre cómo se tienen que comportar
E.T.—Yo te puedo decir que en mi ámbito, no solo parroquia, sino en mis 29 años en espacios de acogida nunca por la religión hemos tenido un conflicto. Y ha pasado en muchísima gente.Quizá porque hemos insistido, no en esa dimensión religiosa, sino en la dimensión espiritual y humana.