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Marta Escudero junto a un T.19 y un helicóptero Alpha 900. FOTOS: MANU LAYA
ENTREVISTA

«Aunque parezca surrealista, en un vuelo detectamos un ataque de piratas a una embarcación»

La teniente Marta Escudero es la primera mujer del Ejército del Aire piloto militar de drones de gran tamaño y largo alcance

Celia Luis

Salamanca

Martes, 23 de septiembre 2025, 07:00

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La teniente Marta Escudero, destinada en el Grupo de Escuelas de Matacán (GRUEMA), es la primera mujer en obtener la especialidad de piloto militar de drones de gran tamaño y largo alcance en el Ejército del Aire y del Espacio (EA). Tras completar el curso de Operador Tipo II de Sistemas Aéreos no Tripulados Clase III (categoría HALE-MALE: High and Medium Altitude Long Endurance), que incluye formación teórica y práctica, Escudero es instructora en la Escuela Militar de UAS—Unmanned Aircraft System, sistemas aéreos no tripulados—.

La oficial ingresó en 2016 en la Academia General del Aire y del Espacio, en San Javier, donde realizó cuatro años de formación militar y universitaria. El quinto curso lo hizo en Matacán, especializándose en transporte aéreo. Una vez finalizados los cinco años, pasó destinada al Ala 48, donde operó el D4-VIGMA (CN-235) en misiones de vigilancia marítima y de búsqueda y rescate. Posteriormente fue asignada como profesora en la Academia General del Aire, y ahora, es docente en la Escuela Militar de UAS del GRUEMA, para aportar su experiencia operativa y conocimiento técnico a la formación de nuevos pilotos.

¿Cuándo y por qué decidió dedicarse a la carrera militar? ¿Hubo alguna influencia familiar?

—Pues sí, efectivamente mi padre y mi hermano son militares, pero mi decisión fue más tardía, a raíz de ver a mi hermano. Él tenía claro desde niño que quería seguir los pasos de mi padre, y cuando ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza fue cuando yo decidí dedicarme a esto. De pequeña siempre había querido ser profesora, y ahora considero que estoy cumpliendo los dos sueños: el de la docencia, que ejerzo actualmente, y el de la carrera militar.

¿Qué asignaturas imparte actualmente en la Escuela Militar ?

—En enero comenzaré a dar clase en el curso táctico: actuaciones del avión y conocimiento general de aeronaves. En estas materias los alumnos aprenden los sistemas de cada aeronave y cómo se comporta esta en las diferentes fases del vuelo. Además, también ofrecemos clases prácticas con simuladores, donde ensayan antes de volar en la realidad.

1- La teniente con uno de los simuladores. 2-El helicóptero Alpha 900 en la Base Aérea de Matacán.
Imagen principal - 1- La teniente con uno de los simuladores. 2-El helicóptero Alpha 900 en la Base Aérea de Matacán.
Imagen secundaria 1 - 1- La teniente con uno de los simuladores. 2-El helicóptero Alpha 900 en la Base Aérea de Matacán.
Imagen secundaria 2 - 1- La teniente con uno de los simuladores. 2-El helicóptero Alpha 900 en la Base Aérea de Matacán.

¿Ha participado en misiones de rescate? ¿Cómo han sido sus experiencias?

—No he participado directamente en rescates reales, aunque compañeros míos sí. Yo, en cambio, tuve la oportunidad de participar en la Operación Atalanta, de la Unión Europea, en Yibuti, contra la piratería en el Cuerno de África y el océano Índico. Allí llegué a participar en un vuelo real en el que detectamos una embarcación asaltada por piratas. Parece algo surrealista, pero sigue ocurriendo.

¿Cómo se siente al ser la primera mujer del EA piloto de drones de gran tamaño y largo alcance?

—Para mí es un gran orgullo formar parte de la historia de las mujeres en las Fuerzas Armadas y servir de referente, igual que yo he tenido referentes masculinos y femeninos. Es una responsabilidad y lo afronto con mucha ilusión.

¿Cómo ha sido el camino hasta convertirse en la primera?

—El Ejército del Aire y del Espacio tiene ahora gran necesidad de pilotos de UAS. Yo ya tenía formación como piloto de transporte aéreo, así que se trataba de ampliar mis conocimientos en sistemas de aeronaves no tripuladas. Ser la primera mujer ha sido un poco casualidad. Lo importante es que detrás de mí vengan muchas más; y ya hay alumnas en formación que obtendrán esta capacitación.

¿Cómo es la formación para estos sistemas?

—Realizamos un curso de operador Tipo II de UAS Clase III, categoría HALE-MALE, que son aeronaves de gran autonomía, de más de 600 kilos de peso y vuelos más allá del alcance visual. La formación combina teoría, práctica en simuladores y vuelos reales, que en este caso se realiza con el 'Reaper' en la base aérea de Talavera la Real (Ala 23). El curso dura cuatro semanas y abarca 146 horas.

¿Cuál ha sido su mayor reto en esta nueva especialidad?

—Superar la incertidumbre. El cambio de operar desde el aire a hacerlo desde tierra es grande, porque no tienes tus propios ojos en el aire. Requiere adaptarse a una nueva mentalidad, pero con trabajo y apoyo de los compañeros se supera.

¿Para qué sirven los UAS en el Ejército del Aire?

—Actualmente realizan principalmente misiones ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento) y, en el Ala 23, también de targeting , es decir, identificación y asignación de objetivos a otros medios. Se utilizan en vigilancia marítima, lucha antidroga, tráfico ilegal... Su ventaja es la gran autonomía, ya que pueden permanecer más tiempo en zona que un caza. En el futuro, además, se les dotará de capacidad de ataque.

¿Ha tenido obstáculos por el hecho de ser mujer?

—No, nunca. La formación ha sido la misma y los retos también. No hay distinción en ese sentido.

¿Qué funciones y responsabilidades tiene un piloto de UAS?

—Son prácticamente las mismas que las de un piloto de aeronave convencional: preparación y ejecución de la misión. Aquí lo hacemos de forma remota, con el piloto y el operador de sensores trabajando desde la estación en tierra. Puede parecer que la responsabilidad es menor por no llevar tripulación a bordo, pero no es así: la responsabilidad de ejecutar la misión con eficacia y seguridad es la misma.

¿Cómo han evolucionado los drones en los últimos años?

—La Escuela de Matacán comenzó en 2012 y el General Atomics MQ-9 Predator B, 'Reaper', comenzó a operarse en 2017. Desde entonces ha habido una gran evolución: se han ampliado las zonas de vuelo en el espacio aéreo y se han abierto nuevas capacidades en las misiones. El futuro es muy prometedor, porque estas aeronaves permiten autonomía y trabajo continuo en misiones tanto nacionales como internacionales.

¿Qué valores y sacrificios exige esta vida?

—Muchos. La 'vida universitaria salmantina' no la hemos vivido. Desde la academia tenemos disciplina y responsabilidades. Además, combinamos formación militar, instrucción de vuelo y estudios universitarios (un grado en Ingeniería de Organización Industrial). Requiere constancia, pero con pasión se logra.

Un caza F-18 llega a la Base Aérea de Matacán.

¿Cuál considera que ha sido hasta ahora su mayor reto personal y profesional?

—La responsabilidad. Primero, como oficial, porque tienes gente a tu cargo y debes ser ejemplo y tomar decisiones. También como docente, en la preparación de lecciones y la formación de futuros pilotos. Y como piloto, porque llevar una aeronave siempre implica conocer a la perfección sus sistemas y saber reaccionar en caso de emergencia.

¿Qué importancia tienen sus referentes en su trayectoria?

—Son fundamentales. Además de mi familia, tuve referentes como la comandante Ana Gallarín, piloto de helicópteros, y mi instructora de vuelo, la comandante María del Carmen García Ruiz. Ellas me abrieron el camino en el aire. Hoy busco contribuir a normalizar la presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas y servir también de referencia.

¿Algún proyecto de futuro?

—Seguir formándome: idiomas, cursos, quizás un máster. Y sobre todo, seguir abriendo camino en el ámbito de los UAS y darlo a conocer, para que tanto mujeres como hombres encuentren aquí una oportunidad apasionante.

¿Qué consejo daría a los jóvenes que quieren seguir esta carrera?

—Que luchen por lo que quieren, confíen en sus capacidades y no se dejen llevar por prejuicios o estereotipos. Más que inteligencia, lo que se necesita es perseverancia. Yo soy muy cabezona, como dice mi madre, y eso me ha ayudado a lograrlo.

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