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Zona anexa al Mercado Central, este miércoles prácticamente vacía de público y coches.

El pánico a las cámaras «peatonales» genera un vacío que asusta al centro

A la espera del fin de semana, los comerciantes hablan de caída de ventas de hasta el 50%

Alejandro Sardón

Salamanca

Jueves, 3 de julio 2025, 06:30

Pasado ya el segundo día de funcionamiento de los lectores de matrículas en la Zona Peatonal (perímetro dentro de la Zona de Bajas Emisiones 1), continúa en aumento el temor entre los dueños de los negocios de grandes áreas comerciales del centro como el Mercado y aledaños.

Y es que las tiendas han comenzado a notar un descenso de la clientela, aunque esperan con nervios al fin de semana, cuando la afluencia suele ser mayor y se verán realmente las consecuencias de las restricciones para los vehículos.

Lo cierto es que, aunque la Ordenanza Municipal para la Zona de Bajas Emisiones en el municipio entró en vigor hace un año, es ahora, cuando han empezado a videovigilarse las calles, cuando los conductores comienzan a tomarse en serio las medidas.

A pesar de que los registros para recibir la autorización que permite acceder a la ZBE se podían hacer desde meses atrás, cientos de salmantinos han esperado hasta ahora para ponerse manos a la obra y empezar el proceso.

«No he visto nunca un gran supermercado sin aparcamiento», argumentaba Carlos, propietario de uno de los negocios del Mercado Central, para revelar la desventaja que sufren actualmente en la Zona Peatonal.

Aquellos vecinos que acudían con su coche para cargar la compra ahora saben que les van a multar y deciden ir a otras tiendas fuera de este área.

Los comerciantes más pesimistas se atreven a dar cifras, como Carmen, que regenta uno de los establecimientos de panadería y bollería en la lonja salmantina: «En mi caso, las ventas han bajado un 50% esta semana, se está poniendo la cosa fea».

Las medidas no solo afectan a las tiendas de alimentación, también a la hostelería. En uno de los bares situados frente al Mercado aseguraban que van a perder a los clientes que acudían a buscar pedidos de comida, lo que supone un porcentaje destacado en su volumen de negocio.

«El centro lo están dejando para el turismo y tendremos que adaptar los comercios», sentenciaba Juanjo, otro de los propietarios afectados, quien afronta con resignación los cambios.

Mismo sentimiento que los vecinos que viven a las afueras, que se decantan más por acercarse en transporte público al centro ante el temor de ser multados.

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