«Ocupar un lugar junto al altar en el funeral de Francisco, al lado de todos los cardenales, ha sido inolvidable»

El sábado estaba en el lugar en el que todo el mundo fijaba su mirada. Ocupó una silla junto a los cardenales y frente a los jefes de Estado de todo el planeta. Como secretario general de YMCA Europa se sentó entre los representantes de las organizaciones humanitarias invitados al funeral del papa Francisco. Y este lunes este salmantino, hermano de la Real Cofradía del Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora de la capital del Tormes, cumple con una de las tradiciones que le han acompañado desde su infancia: comer el tradicional hornazo en Salamanca. «Ocupar un lugar junto al altar, al lado de todos los cardenales y seguir una ceremonia tan emotiva, ha sido algo inolvidable», asegura, aún impactado por la ceremonia histórica a la que ha asistido, Juan Simoes Iglesias, cuyo trabajo se desarrolla entre Bruselas y Madrid.

Conoció a Jorge Mario Bergoglio antes de que se convirtiese en pontífice. La entidad solidaria a la que representa este salmantino, una de las organizaciones internacionales de base comunitaria más antiguas y extendidas, desarrolla acciones por todo el mundo y también en Buenos Aires. Por ello, Simoes mantuvo en la capital argentina un encuentro con él hace más de trece años y medio. «Ya entonces me causó una impresión bárbara. Dejó una enorme huella en mí, siendo cardenal en Buenos Aires durante una entrevista en octubre de 2012, solo 5 meses antes de ser elegido Papa. Salamanca estuvo presente en aquella reunión y también en mi pensamiento durante el funeral en la Plaza de San Pedro», asegura. «Mantuvimos el contacto durante los años posteriores, así como con la Secretaría de Estado del Vaticano, pero me sorprendió recibir la invitación para asistir al funeral el pasado miércoles», añade.

«Durante la celebración me impactó la dimensión de un hombre que, al margen del aspecto espiritual y de que ha sido el representante máximo de la Iglesia, ha logrado conectar con todos los sectores de la sociedad, especialmente con los más vulnerables», apunta Simoes, quien se sentó junto a representantes de organizaciones humanitarias, como Cruz Roja, y de otras confesiones. «Tenía frente a mí a todos los jefes de Estado. Reunir a tal variedad de representantes cuando Europa y el mundo viven la situación actual, hace pensar que la paz es posible. Si somos capaces de ponernos de acuerdo y de reunirnos en torno a una figura así, ¿por qué tenemos que estar en guerra?», se pregunta impresionado por los cientos de miles de personas que llenaron la plaza de San Pedro «bajo un sol de justicia» y que estallaban en aplausos durante el funeral. «El Papa Francisco ha dejado una profunda huella en millones de personas por su compromiso con los más débiles y su defensa de la dignidad humana», recalca.

Además de saludar al presidente francés Emmanuel Macron y estrechar la mano al ucraniano Volodímir Zelenski, tras el funeral Juan Simoes tuvo la oportunidad de formar parte de un corrillo en el que se encontraban la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Mario Costa. «Comentamos con ellos por qué no somos capaces de mantener un espíritu de concordia con el ejemplo que nos ha dado el papa Francisco, que era un hombre que promovía la unidad», recuerda impactado por las fuertes medidas de seguridad que le supusieron más de una hora para salir de la plaza.

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