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Pese a ser uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad de Salamanca, basta pasear por el Puente Romano para descubrir que necesita un importante lavado de cara. Sus pretiles de piedra, los muros que se levantan a ambos lados de su plataforma central y a lo largo de toda su longitud, albergan un auténtico ecosistema de vegetación, musgo y líquenes. El mortero que cubre los sillares en su cara interior está muy degrado. No solo está plagado de grietas, sino que se ha desprendido en algunas zonas dejando los bloques de arenisca a la vista. Y a las humedades y filtraciones, se suma la proliferación de matorrales en las canaletas de piedra que ayudan a desalojar la lluvia.
Ante ello, el Ayuntamiento de Salamanca financiará este año las obras de rehabilitación de esta parte del monumento, con unas obras que también buscan mejorar el color de la cara interna de los pretiles para asimilarlo más al de la piedra de Villamayor, ya que en la actualidad contrasta bastante. La Concejalía de Fomento destinará 48.813 euros del superávit municipal del pasado año a este proyecto, que esta semana ha recibido el visto bueno de la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta de Castilla y León.
La antigua construcción, que algunos atribuyen al periodo del emperador Trajano, ha sufrido a lo largo de su historia varias reconstrucciones. En la última las grandes reformas que ha vivido, en 1852, cuando se eliminó el castillete que se había levantado en el entronque de la obra romana y el tramo «nuevo» del puente, se sustituyeron también los pretiles medievales que tenían almenas por los actuales, según explica el arquitecto técnico José Manuel Rapado, en la memoria municipal. Con independencia de su antigüedad, estos dos muros de más de 300 metros de largo cada uno forman parte de un Bien de Interés Cultural (BIC) emblemático de la capital del Tormes, cuya conservación compete al Consistorio.
Y son varias las patologías que les afectan actualmente. Los técnicos señalan la presencia de vegetación, así como de humedades debido a las escorrentías y las filtraciones de agua por la arenisca. Especialmente en la parte superior de ambos pretiles hay una gran presencia de microorganismos, líquenes y moho que casi cubren por completo la piedra. A ello, se suman las roturas del mortero por golpes, así como la falta de homogeneidad por los arreglos aislados que se han ido realizando en el revestimiento en diferentes momentos.
La rehabilitación que comenzará este año y durará tres meses consistirá en la eliminación del mortero que cubre actualmente la cara interior de los pretiles, la limpieza de la piedra y la aplicación de un nuevo mortero de cal con refuerzo de malla de fibra de vidrio. Los técnicos municipales proponen un tono concreto para el nuevo mortero —que respondería al código RAL 1024—, pero, dado que con el tono que presenta actualmente el recubrimiento no se acertó en su momento, Patrimonio ha solicitado al Consistorio que antes de aplicar el mortero le consulte para evitar que se vuelve a cometer un error con el tono y elegir el más parecido posible a la piedra de Villamayor.
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