Noches «mágicas» en el cielo rural salmantino
El turismo astronómico triunfa en los pueblos de Salamanca como una de las mejores propuestas del verano. San Pelayo de Guareña, Cespedosa de Tormes o Monsagro son algunos de los municipios con estas actividades
Ángel Amor
Salamanca
Lunes, 4 de agosto 2025, 07:00
El auge del turismo rural se expande hacia el firmamento. Las noches estrelladas y libres de contaminación lumínica, se han convertido en un poderoso reclamo para decenas de pueblos de la provincia de Salamanca, que este verano apuestan por la astronomía como una forma de ocio y divulgación para los vecinos más curiosos y para todos aquellos que deseen disfrutar del cosmos.
Óscar Martín Mesonero, astrónomo y responsable de una empresa especializada en la observación astronómica, ha llenado su agenda este periodo estival con citas en municipios como San Pelayo de Guareña, Céspedosa de Tormes, Vega de Tirados, San Pedro del Valle, San Muñoz o Ledesma. «Tenemos prácticamente todos los días completos. Llevamos telescopios, punteros láser y ganas de enseñar. La gente lo agradece mucho y disfruta», comenta sobre alguna de las actividades que realizan.
Las observaciones suelen comenzar en torno a las 23:00 horas y se dividen en dos partes: una a simple vista, guiando al público para identificar constelaciones, y otra con telescopios, en la que se pueden observar planetas, estrellas de diferentes colores, nebulosas e incluso galaxias. «Cuando aparece Saturno con sus anillos o se ven los cráteres de la Luna, hay aplausos. Los vecinos se emocionan. Es una experiencia que, para los más mayores, conecta con sus recuerdos», explica Martín Mesonero.
En Céspedosa de Tormes, la iniciativa del pasado 29 de julio fue un éxito. Así lo confirman desde el Ayuntamiento de la localidad: «A todos nos gustó muchísimo, disfrutamos de un cielo espectacular y de una explicación muy amena. Vimos Saturno, además de la Luna y algunas nebulosas. Fue muy interesante ver cómo los vecinos, desde niños hasta jubilados, preguntaban con curiosidad».
En su caso, la actividad fue promovida por el propio Ayuntamiento, con la idea de ofrecer una alternativa cultural y científica. «Buscábamos algo diferente para el verano. La acogida fue excelente», añade la alcaldesa, Flor Sánchez.
Este tipo de turismo, que mezcla naturaleza, ciencia y ocio, ha vivido un enorme auge especialmente desde la pandemia. «La gente valora más este tipo de planes. Es entretenimiento, pero con formación. Los asistentes nos hacen todo tipo de preguntas, es un turismo con contenido», explica Óscar.
Además, en algunos municipios se complementan las sesiones nocturnas con actividades diurnas centradas en la observación solar, utilizando telescopios con filtros especiales. «En Vega de Tirados hacemos una sesión al atardecer para ver el Sol y explicar fenómenos como los eclipses. Es muy didáctico».
Las sesiones suelen reunir a todo tipo de asistentes en grupos de entre 40 y 100 personas, dependiendo del pueblo, con un monitor y un telescopio por cada 20 personas, lo que permite una experiencia cercana y participativa.
«Es una actividad que deja huella», concluye Óscar. Porque, al final, mirar al cielo es una forma de reencontrarse con lo esencial: el asombro, el silencio y el deseo de entender que hay más allá.