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Una de las reuniones del grupo Salamanca de Alcohólicos Anónimos. ALMEIDA
“No es fácil admitir la derrota y que tu vida la dirige el alcohol”. El testimonio de salmantinos que tocaron fondo

“No es fácil admitir la derrota y que tu vida la dirige el alcohol”. El testimonio de salmantinos que tocaron fondo

Martes, 8 de junio 2021, 21:10

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“Me llamo Juan, soy alcohólico y no he bebido”. Así comienzan las reuniones del grupo Salamanca de Alcohólicos Anónimos en los locales del paseo del Rollo, 53, donde cada lunes (19:30 horas) y sábados (17:00 horas) se dan cita enfermos de alcoholismo de todas las edades y estatus sociales. Una cifra de asistentes y consultas que ha crecido tras la pandemia, según confirman. Juan acude todas las semanas desde hace 8 años, aunque los inicios no fueron fáciles. En eso coinciden los compañeros.

“Para nadie es fácil reconocer que tienes un problema. No es fácil admitir la derrota y que tu vida la dirige el alcohol. Lo difícil es llamar a Alcohólicos Anónimos, pero una vez estás aquí sólo recibes cariño de unos compañeros que han pasado por lo mismo que tú”, confirma Pablo, otro miembro del grupo Salamanca desde hace diez años. Pablo era bebedor social, de fines de semana y celebraciones. “Consideraba que bebía como una persona normal. Pero en mí, el alcohol desencadenaba comportamientos que no eran buenos y problemas familiares. Un sábado que salí y bebí más de lo debido tuve un accidente con el coche. Por suerte sólo fueron daños materiales y consecuencias legales. Yo sabía que necesitaba ayuda y que tenía algo que no podía con ello, por eso fue cuando tecleé en internet Alcohólicos Anónimos”, relata Pablo, que hoy brinda sin problema en los eventos con agua y vive “tan feliz”.

A su lado está Pepe, otro de los veteranos. Él era de tomarse tres o cuatro chupitos en el bar antes de ir a trabajar, otros más a la hora del bocadillo y unas cañas antes de comer, además de seguir por la tarde bebiendo. “No ves el daño que te haces, a parte del presupuesto que te gastas. Lo veía como algo normal porque vivimos en una sociedad en la que para todo está el bar. Nadie queremos admitir que tenemos una enfermedad, que somos alcohólicos. Te piensas que eres un borrachín y que lo haces por vicio”, relata. En su caso, los problemas que tenía con su familia derivados del alcoholismo le obligaron a acudir a Alcohólicos Anónimos.

“Cuando llegas, te llevas una grata impresión. Te reciben dos compañeros, le explicas tu problema y ellos te cuentan el suyo y la experiencia. En las primeras reuniones no entiendes nada pero ya ves el respeto a la hora de hablar y que nadie juzga a nadie, ni se critica a nadie. Lo que aquí se dice, aquí se queda y si me ves por la calle me puedes saludar o no, no pasa nada”, explica Pepe, que admite que pasó sus tres primeros años en las reuniones “calentando silla”.

“Era bebedor social, de fines de semana y celebraciones, pero tuve un accidente con el coche y decidí pedir ayuda”

“Me marché y estuve 7 años sin beber pero mantuve las mismas costumbres de ir al bar, pero tomando chupitos y cervezas sin alcohol, hasta que un día la camarera se equivocó y recaí. Estamos en una línea tan fina que la podemos sobrepasar en cualquier momento. Lo único que me distancia del primer día que vine es una copa, por eso ya he cambiado mis rutinas, sin cervezas sin alcohol, porque eso te lleva a beber”, confiesa Pepe, que también arrastra secuelas físicas de su enfermedad: “con 39 años me dio un infarto y dos anginas de pecho”.

Aunque lo más difícil para estas personas es rehacer lazos humanos y que la familia recupere la confianza. “Hay que ganarse a la familia a pulso. Si durante 20 o 40 años les has estado machacando, eso tarda en curarse. Todo lo que había ganado yo en 7 años sin beber lo rompí todo cuando recaí y vuelves a empezar de cero”, relata este miembro del grupo Salamanca, que durante el confinamiento siguió las sesiones online para no perder el contacto.

La continuidad en la asistencia a las reuniones es clave para no recaer. “Las reuniones son mi terapia. Necesito estar en contacto con otras personas alcohólicas. Es una enfermedad mental y hay algo que se activa cuando bebes para que lo hagas de forma compulsiva y tengas comportamientos y maneras de pensar autodestructivas”, recuerda Pablo, que confirma que el programa de Alcohólicos Anónimos, que se lleva aplicando desde hace 86 años en todo el mundo y desde hace 20 años en Salamanca, funciona. “Es un programa de vida”, corrobora Pepe.

Juan tocó fondo, sufrió un accidente laboral, pérdidas de memoria... y tras pasar por varios centros y por Psiquiatría, en el grupo Salamanca ha encontrado su sitio. “Me llevó tiempo, pero he aceptado que es una enfermedad para toda la vida. Hay que poner de tu parte pero te vas conociendo a ti mismo, tienes la mente abierta, aprendes a vivir y ayudas a otras personas que pasan lo mismo que tú pasaste. A los nuevos siempre les digo que se tomen su tiempo pero que si esto no se deja, sólo hay tres caminos: la cárcel, la muerte o un psiquiatra de por vida”, reitera.

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