

Secciones
Destacamos
María Luisa Berzosa es de las personas más autorizadas para definir el carácter del papa Francisco tras años de una relación cercana como Consultora de la Secretaría del Sínodo. Allí se reunió con él en numerosas ocasiones para preparar las asambleas con las que la Iglesia afronta los retos del futuro. Perteneciente a la congregación de las Hijas de Jesús, realizó la formación del juniorado en Salamanca, «cuna de las Jesuitinas con nuestra fundadora», como le gusta recordar, así como su formación académica en la Universidad Pontificia. «Salamanca, de alguna manera, siempre será mi casa».
Cada vez que cierra los ojos, se le viene a la cabeza la imagen del papa sonriendo. «Ahora, cuando miro atrás, todo lo veo con gratitud al haber podido compartir tantos momentos con él, de trabajo, pero también de diversión y risas, porque teníamos una relación muy cercana y entrañable», reconoce.
Aunque Berzosa pasó 14 años en Buenos Aires mientras Bergoglio era arzobispo, no coincidieron hasta tres meses después de su elección como papa. Desde ese primer encuentro, le impresionó su carácter bromista. «Me presenté como hija de Jesús y él, bromeando, me dijo '¿Cómo va a ser eso, si Jesús no tuvo hijos. Ytodos reíamos». Para ella, esa cercanía fue una de sus señas de identidad. «Asu alrededor todo eran prisas, pero cuando te miraba a los ojos y te escuchaba daba la sensación de que no había nada en el mundo más importante que tú y lo que le decías».
Berzosa no había percibido ese humor durante el tiempo en que pudo verle como arzobispo, aunque no trataron entonces. «Él decía que, al encomendarle ser papa, el Señor también le había concedido una alegría que no le abandonaría hasta el último día».
Entre los momentos compartidos destaca el Sínodo de la Amazonia, donde defendió la inclusión del papel de la mujer en el documento final. «Estaba en una especie de aula con 14 obispos vestidos de negro, el papa de blanco y yo de colores. Le pregunté: '¿Y qué hago yo aquí, si solo soy una gota en el océano?' Y él me respondió que era fundamental que pusiera una nota de color y reivindicara lo que nadie había dicho».
Del papa también destaca la fuerza de sus gestos y los documentos que lo acercaron a los más vulnerables y a los países de la periferia. «Es un papa que ha sido muy significativo, tanto por su cercanía como por los procesos que abrió y que espero no tengan marcha atrás», valora sobre sus 13 años de pontificado.
La última vez que lo vio fue en diciembre, durante una audiencia general en la que le entregó un libro de unos amigos que trabajan con refugiados, un día después del cumpleaños del pontífice. «Al terminar, lo fueron llevando en la silla de ruedas por las filas y me preguntó qué hacía allí. Le dije que para felicitarle. Mis amigos le preguntaron si el próximo Sínodo trataría sobre la paz, y él respondió que sería con Juan XXIV». Al despedirse, siguió bromeando: «Me dijo que iba muy elegante, que si me vestía Christian Dior».
El fallecimiento del papa Francisco la sorprendió. Siempre había pensado que renunciaría por motivos de salud, como él mismo había insinuado en varias ocasiones. «Ha sido alguien partidario de la inclusión y la acogida, y ha sabido aplicarlo con coherencia, tanto en sus palabras como en sus gestos».
Para María Luisa Berzosa, no hay despedida posible que borre la huella que dejó Francisco en su vida. «Su sonrisa, su mirada, su forma de hacer sencillo lo inmenso... todo eso queda para siempre», dice con la voz entrecortada al otro lado del teléfono. Más allá de los años de pontificado, más allá de las reformas, permanece la certeza de haber conocido a un pastor que, en medio de las prisas del mundo, supo detenerse para escuchar a cada persona como si fuera la única. Y eso, para quienes lo vivieron, no se olvida.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.