«Me hubiera marchado antes si la unión empresarial hubiera sido posible en Salamanca»
Dimitió tras nueve años al frente de la Cámara, que recibió en bancarrota
Hace dos semanas que Benjamín Crespo anunció su dimisión como presidente de la Cámara de Comercio tras 9 años al frente, el mandato más largo de la entidad. Llega con el rictus relajado y no lleva traje. Se confiesa contento tras finalizar una etapa que comenzó en una entidad sin fondos para pagar a los cuatro trabajadores que tenía (ahora hay 16) y muy desprestigiada. Tras darle la vuelta a esa situación casi apocalíptica, confiesa que ahora la Cámara está por encima incluso de sí mismo.
¿Qué logros destacaría en estos nueve años «intensos»?
—Lo más importante, haber reunido a un equipo de profesionales jóvenes y preparados, algo que no es fácil hoy en día. Es la base para que la institución dé un buen servicio a las empresas y que vean que la Cámara es útil para el tejido productivo. No queríamos contratar por contratar, sino buscar siempre a los mejores para cada puesto. Es importante que hemos mantenido siempre un debate abierto en todos los órganos que nos ha llevado a muy buenos resultados. Lo de rodearte siempre de personas mejores que tú es una máxima que hay que ponerla siempre en práctica. La Cámara hoy tiene unos empresarios importantes de verdad, que saben entender que la institución está por encima de sus intereses personales. Siempre he trasmitido que aquí se viene a trabajar por el interés de las empresas en general y por el interés fundamental de la sociedad de Salamanca. Que es una institución que tiene que estar al margen de los intereses particulares, de las asociaciones y, por supuesto, de los intereses de las confederaciones empresariales.
¿Cree que esa máxima se perdió antes de su llegada en 2016?
—Totalmente. Nosotros cogimos la Cámara en una situación de desprestigio social. Se puso al servicio de la Confederación que gobernaba la entidad (en relación a Confaes, actual CEOE-Cepyme Salamanca) y, al final, de personas en todos los aspectos, fundamentalmente en el económico.
¿Cómo recuerda aquella etapa?
—Fue muy desagradable, pero un tiempo del que hoy intento aprender. Cuando vi que en Confaes, donde era tesorero y el presidente era Juan Antonio Martín Mesonero, los valores con los que yo he crecido se habían perdido, que se estaba cogiendo dinero que no era suyo, quise romper con todo. Descubrí que se cobraban 200.000 euros en dietas de la Escuela de Adventia sin dar cuenta de ello y propuse que diéramos un paso atrás todos, que se devolviera lo que se habían llevado irregularmente. Como no fue así, rompimos con la confederación e informamos de la situación .¿Quién me iba a apoyar a mí si se lo estaban llevando todos en crudo? Nadie. Me dejaron solo. Pero yo, encantado de irme.
Ocurrió en Confaes, pero entonces Mesonero también presidía la Cámara. ¿Por qué intervino la Junta?
—Hicimos a lo mejor 10 o 12 denuncias seguidas de las irregularidades que se extendían a la Cámara. Si la Junta no interviene tras el pleno que se celebró sin quórum, hoy no tendríamos Cámara.
Se convocaron elecciones y su propuesta arrasó. Tras estos dos mandatos, ¿qué le queda por hacer?
—Hemos pasado de la ruina de la Cámara a la solvencia económica, pero queda trabajo por delante, sobre todo en digitalización. La institución necesita adaptarse a las nuevas tecnologías. Queda seguir trabajando con las instituciones en cuestiones como la recuperación de la Ruta de la Plata, las comunicaciones con Madrid y Portugal. También hay que seguir abriéndose a las empresas y dar pasos adelante en avances digitales e inteligencia artificial para que se desarrollen.
¿Cuál fue el momento más crítico de su mandato, el día que pensó, de aquí no salimos?
—Nunca he tenido un momento crítico. El peor fue cuando entramos en la Cámara en diciembre del año 2016. No teníamos para pagar las nóminas y tuvimos la suerte de que el Ayuntamiento de Salamanca nos comprara las naves. Tras pagar la hipoteca que tenían nos quedó poco, pero fue uno de los puntos de inflexión de la entidad hacia su recuperación.
¿Por qué ha elegido este momento para anunciar la dimisión?
— Llevo pensándolo prácticamente todo el año. En Salamaq me felicitaron muchos empresarios por cómo estamos haciendo las cosas y eso me convenció para dar el paso. Además, yo ya no debo y no puedo aportar más a esta institución y Alberto Díaz, el actual presidente, está en el momento justo. Le agradezco que haya aceptado tomar el relevo. Es una responsabilidad para él, pero es un empresario joven, responsable y preparado.
Usted también es presidente de la Asociación de Empresarios Salmantinos del Comercio (AESCO), ¿mantendrá este cargo?
—Habrá sucesión en breve, entre octubre y enero próximos.
¿Le ha dado algún consejo a su sucesor?
—No, sinceramente. Sé que es una persona con mucha capacidad.
¿Cómo ve la entidad dentro de 10 años?
—Todavía más fuerte que ahora. Veo que va a ser una Cámara de Comercio muchísimo más moderna.
Si ahora pudiera hablar con el Benjamín Crespo de hace 9 años ¿qué le diría?
—Que tuviera mucha más paciencia. Al principio de mi primer mandato no perdí los nervios, pero sí tenía más carácter, era más explosivo. Este tiempo en la presidencia me ha enseñado a escuchar más. También le animaría a seguir adelante en el empeño. Si al principio hubo noches sin dormir por el malestar conmigo mismo por sentirme engañado y estafado en Confaes, por no haberme dado cuenta de lo que pasaba, el resto de la etapa ha sido muy enriquecedora. He sido feliz porque he visto que las cosas funcionaban bien.
En sus discursos siempre ha hablado de impulsar el emprendimiento, la internacionalización, la formación... ¿Hay que seguir incidiendo en ello?
— Son las patas de la Cámara de Comercio de Salamanca que nunca se deben abandonar. A esto hay que sumarle la digitalización, fundamental desde la pandemia para las empresas. Además, nos puso a las cámaras en nuestro sitio, facilitando programas como el Kit Digital. En internacionalización hemos incrementado la actividad hasta tramitar más de 600 certificados de origen al año, imprescindibles para exportar. En lo que va de 2025 ya llevamos 480 y estoy seguro de que alcanzaremos los 1.000 en nada por el empuje de este área en las empresas salmantinas.
Las próximas elecciones de la Cámara son inminentes, se esperan para 2026, y hace 11 meses se rompió la unión que generó el actual pleno. ¿Cree que las dos confederaciones de empresarios salmantinas se entenderán finalmente?
—Me hubiera gustado irme con esa unión entre las confederaciones cerrada. Si hubiera sido efectiva cuando lo intentamos en el mandato de Diego García en CEOE-Cepyme Salamanca me hubiera marchado antes como presidente de la Cámara de Comercio. No obstante tengo la esperanza de que un día se consiga esa unión y que Alberto Díaz se presente como candidato de una lista de consenso porque creo que es el mejor, sinceramente.