Malestar en el comercio local ante la llegada de Verifactu, el nuevo sistema de facturación
Nace como una de las novedades de la Ley Antifraude para luchar contra las irregularidades fiscales y entrará en vigor en 2026, cuando los negocios enviarán las facturas a Hacienda a tiempo real
Salamanca
Domingo, 31 de agosto 2025, 06:23
El nuevo sistema de facturación basado en la digitalización y la estandarización de formatos, Verifactu, será una realidad para los negocios españoles el próximo año. Nace como una de las novedades de la Ley Antifraude y tiene el objetivo de combatir los delitos fiscales mediante la verificación y el envío automáticos de los registros de facturación de empresas y autónomos, esto es, Hacienda recibe al instante —a la vez que el cliente— la factura o el ticket que justifica el pago.
Esta digitalización e instantaneidad parecen ventajosas tanto para la Agencia Tributaria como para las empresas, y aunque la mayoría de los negocios salmantinos apoyan este avance en la lucha contra el fraude, la realidad del día a día genera dudas y temores en el sector sobre el verdadero objetivo del cambio. Es por ello que denuncian la rápida adaptación que deben llevar a cabo —que el pequeño comercio local no puede soportar por los costes extra que conlleva— y el excesivo control fiscal al que se les va a someter.
«Como organización empresarial somos los primeros que buscamos que se garantice la competencia leal y que se hagan las cosas correctamente, pero me preocupa la presión fiscal asfixiante que sufrimos. Viene a ser como un 'gran hermano' fiscal, sentirse vigilado a cada paso», explica Antonio Flórez, secretario general de AESCO.
Pone el ejemplo de que, en algunos casos, se modifica el concepto de una factura a posteriori porque el proveedor lo necesita de una manera determinada, o incluso la propia administración pide en ocasiones una modificación porque el concepto no se ajusta a la orden. Estos son motivos que nada tienen que ver con un hecho delictivo y, con la llegada del sistema Verifactu, la flexibilidad que antes se permitía, ahora se pierde.
La adaptabilidad se dificulta especialmente entre las pymes, tal y como lo argumenta Flórez: «Para un departamento de administración con una o dos personas, se produce un cambio radical en su forma de trabajar y en sus sistemas operativos». La posibilidad de sufrir dificultades técnicas es otra de las causas de este malestar en las empresas. El miedo a conexiones a internet fallidas o a cualquier apagón eléctrico que afecte al registro en la facturación y cree problemas a la hora de justificarlo ante la Agencia Tributaria existe.
Además, el secretario general de AESCO afirma que las sanciones que se aplican son «desmesuradas». De acuerdo a la Ley General Tributaria estas penalizaciones están relacionadas con los sistemas informáticos. Por la venta de dispositivos que no cumplan la normativa, la cuantía es de 150.000 euros por ejercicio económico; y por la tenencia de los mismos, 50.000.
El sector más castigado
El nuevo reglamento para facturar dificulta aún más las operaciones en sectores específicos como las pescaderías. Desde Fedepesca, la patronal de las pescaderías y tiendas de productos congelados española, han solicitado la exoneración de la aplicación de Verifactu en sus negocios para el próximo año. Se amparan en el artículo 5 de la normativa de este sistema, que deja abierta la posibilidad de que ciertos sectores empresariales sean eximidos de esta obligación.
Luis Bustos, el subdirector general de Fedepesca, detalla que representan a micropymes en las que ni siquiera hay conexión a internet, además de otros problemas que acarrean este tipo de negocios: «Se trabaja con agua y hielo, incompatible con los programas informáticos que se quieren implantar». Por otra parte, deben instalar básculas específicas para conectarlas al sistema que «en el mejor de los casos pueden costar unos 5.000 o 6.000 euros», expone Bustos.
Asegura que Verifactu tiene un «objetivo muy loable» como es perseguir el fraude, pero que esto no debería conllevar transformaciones tan inmediatas en sus modos de trabajo ni mayores inversiones económicas. Las pequeñas pescaderías son negocios con una salud delicada, con propietarios cerca de la jubilación y esta presión añadida podría ser la puntilla para su cierre definitivo.