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El Hospital de Salamanca va a incorporar «a lo largo del presente año» una de las pocas técnicas que le faltaban a su cartera de servicios: la braquiterapia para tumores de próstata.
La braquiterapia es una técnica que consiste en insertar junto al tumor unas diminutas semillas radiactivas -de un tamaño similar al de una mina de lápiz- que, muy poco a poco y durante varios meses, van desprendiendo radiación hasta conseguir terminar con el tejido tumoral.
Salamanca ya utilizaba esta técnica en tumores ginecológicos, pero no en los urológicos. Las decenas de pacientes salmantinos que cada año pueden beneficiarse de esta técnica estaban siendo derivados al Clínico de Valladolid.
El servicio de Oncología Radioterápica del Hospital venía trabajando desde hace meses para ofrecer esta prestación a los salmantinos y ya ha sido aprobado por la Consejería de Sanidad.
Desde el departamento advierten de que es complicado establecer fechas para la puesta en marcha, dado que aún no existe siquiera una asignación presupuestaria para la compra de la tecnología necesaria, pero el mero hecho de que Sacyl haya dado luz verde ya es una conquista. «Las próximas novedades del servicio de Radioterapia pasan por recibir una actualización del equipo de Radiocirugía y por incorporar el equipo de braquiterapia prostática», confirma el jefe de Oncología Radioterápica, Luis Alberto Pérez Romasanta.
Fuentes de Sacyl ratifican que, en efecto, la voluntar de ampliar la cartera de servicios del Hospital de Salamanca es firme.
La braquiterapia implica varias ventajas respecto a otro tipo de tratamientos para el cáncer de próstata, pero una de las más apreciadas por los pacientes es la de poder conservar la función sexual. «Estamos hablado de una técnica curativa y mínimamente invasiva, por lo que es la que menos efectos secundarios puede tener», apunta la uróloga María Fernanda Lorenzo, que añade un esquema del proceso a seguir: «Anatomía patológica diagnostica el cáncer, Urología comunica los resultados y le explica al paciente los pros y contras de cada técnica. Finalmente, Oncología Radioterápica decide en último extremo si está indicada, o no, la braquiterapia para ese paciente».
Se tienen que dar seis condiciones para que los especialistas hospitalarios decidan que un paciente es susceptible de recibir este tipo de tratamiento. La primera es la de tener menos de 75 años. En segundo lugar es que el marcador PSA tras una analítica sea inferior a 10. El paciente tiene que declarar que goza de una buena función sexual y demostrar -con una flujometría- que dispone de una buena función miccional. En quinto lugar, la próstata debe tener un volumen inferior a 50 cc. Por último, el nivel de agresividad histiológica en la escala de Gleason debe ser inferior a 8.
Cuando un paciente es diagnosticado de un cáncer de próstata en un estadio no muy avanzado, se pueden barajar tres opciones para afrontar el caso. La primera es la de limitarse a una vigilancia activa, pero sin mayor intervención. Esta posibilidad se limita a pacientes con una expectativa de vida inferior a diez años, pero entraña el riesgo de que resulta casi imposible adivinar si el tumor va a evolucionar o estabilizarse.
La segunda posibilidad -que es la más habitual- es la de recurrir a una prostatectomía: una cirugía para extirpar la próstata, con los ya consabidos daños colaterales que implica realizar esta cirugía:pérdida de la función sexual, incontinencia urinaria, etc.
Por último, existe el recurso de la braquiterapia prostática, que es la que se está derivando al Clínico de Valladolid y que se pretende practicar en Salamanca antes de que termine el año con una transición rápida, puesto que Radioterapia ya tiene experiencia en planificar la braquiterapia ginecológica con imágenes de resonancia magnética.
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